PROYECTO OVNIS LA REVISTA Nº 2 Proyecto Ovnis - La Revista N°2 | Page 8

pueda ser el origen remoto de la presencia blanca (raza europea) en América, tema muy tratado por de Mahieu. Se hace oportuno a su vez advertir que blan- cos y rojos coincidieron las más de las veces armónicamente en el continente debido a la misma razón del conocimiento del pasado at- lante común. La última Atlántida (hubo otras) terminó en medio de una guerra esencial en la que blancos, rojos, amarillos y negros se divi- dieron internamente para apuntar a un bando o al otro. Por cierto que ni a la actualmente estigmatizada y marginada antropología bioló- gica, se le ocurrió nunca considerar la existen- cia de un cuarto tronco racial como una raza roja, pero en todo caso la antigüedad ya daba indicios, de un reconocimiento tal. La palabra “Fenicio” bien se sabe viene de “Rojo”, que era el tono de piel que los blancos romanos veían en ese pueblo enemigo. En Egipto vemos pinturas que representan pieles de color rojo, y no era “un pigmento” pues en las mismas, adiciones a los semitas; la otra hacia la raza amarilla, dando lugar a los heterogéneos in- dígenas americanos, que son más o menos rojos o amarillos según etnias (y que a su vez han recibido mezcla añadida de casi todas las razas del globo). Hoy llamamos “roja” a la raza americana así no sea exactamente la raza pura de la Atlánti- da. Ahora bien, la inmersión de tal raza cobriza en entornos aislantes de tipo selvático tropical, la mantuvo poco accesible a las sucesivas in- cursiones blancas en el continente. El blanco igual siempre llegó por mar a las costas, pero siempre para evitar el trópico buscó las alturas cordilleranas y allí dio con unos pueblos cobri- zos que sí se beneficiaron de contar con una raza portadora de un mejor recuerdo atlante, el cual no hacía sino retroalimentar y actua- lizar el de los propios cobrizos. No era una invasión, ni siquiera un “descubrimiento”, era un reconocimiento lo que sucedía entre las razas roja blanca. Hombre de Chancelade comparado con el rostro de un Indígena Norteamericano. Desde el descubrimiento de su cráneo en 1888, ha sido un quebradero de cabeza para la antropología, y de alguna forma sus premisas preeminentes la han llevado a forzar su clasificación como “variedad” del Cromañón. Nosotros sabemos que no es así, es “la Raza Roja”, un “hazmerreir” del consenso arbitrario. En esta raza hay que buscar el origen de la “nariz convexa”. El Cromañón también es leptorrino pero de perfil recto. Ese tipo de nariz se ve también en Europa (“dinarización”), en el Tíbet, bastante en Medio Oriente, etc. salen representados hombres con pieles ne- gra, blanca, amarilla y marrón, quedando en evidencia la connotación racial de ese arte. Este interludio abusivament