PROYECTO OVNIS LA REVISTA Nº 2 Proyecto Ovnis - La Revista N°2 | Page 47

El Arte de lo Imposible. Por: Ursus de la Vega. Quienes tienen la capacidad y la sensibilidad para criticar su obra coinciden en que es muy difícil etiquetarla ya que “él mismo reconocía que no le interesaba mucho la realidad, ni la humanidad en general, las personas o la psicología, sino sólo las cosas que pasaban por su cabeza. En cierto modo era alguien introvertido, dicen incluso que de trato difícil, que prefería crear su propio universo.” Su obra experimenta con diversas formas de representar (en dibujos de 2 o 3 dimensiones) espacios paradójicos que desafían a los modos habituales de representación. Con una cultura laboral típica de los grandes genios, realizo más de 400 grabados decorativos en piedra y madera; también se le atribuyen más de 2000 dibujos artísticos en limpio y borrador. No usaba el sentimentalismo en su obra que parece fue influenciada por los efluvios fascistas de sus años juveniles que coincidieron con una prolongada estancia en la Italia de Benitto Mussolini, la España franquista y la Bélgica rexista. Nosotros creemos que la emergencia del nazismo y su símbolo que expresa el laberinto (la Swástica), fueron determinantes en la obra de Escher, consciente o inconscientemente, eso está más que claro. La paradoja como proyección del infinito es una cualidad de la mente gnóstica, no racional, no cuantificable. Los hombres que la expresan en conductas manifiestas, siempre rompen los cánones establecidos; no es posible pues medir a un Leónidas, a un Alejandro Magno, o a un Napoleón, o un Hitler, no. Así como tampoco es posible determinar la reacción de un guerrero, un osado, un héroe, o un loco, ante la paradoja solo queda el acto, y tal vez por eso, un mongol, un vikingo, un prusiano, terminan cambiando el mundo, afectándolo, fuera de toda lógica, de todo razonamiento, de todo convencionalismo. geométrica angular y paradójica, laberíntica. Simplemente, asombroso. Es por todo esto, que la obra de Escher nos fascina, como la “swástika” que tiene un extraordinario poder sugestivo, el laberinto, la certeza de la existencia de otra realidad más allá de este cotidiano devenir en dos dimensiones: democracia y banalidad, nos empuja a ver más allá, aunque no queramos, una multidimensión propia donde vivimos un verdadero drama, no los avatares de esta vida trivial y monótona, sino más bien, un drama universal de vida o muerte donde está en juego ser nada o ser TODO, donde conviven un hombrecillo timorato insignificante y un Dios. Somos ambos, he ahí la paradoja. Por lo tanto, Yo quiero tener un cuadro de Escher. M aurits Cornelis Escher nació en Holanda, Leeuwarden, el 17 de junio de 1898; más conocido como M.C. Escher, será conocido como “el artista de la paradoja”, que caracterizan sus grabados xilográficos y litográficos que giran alrededor de contextos dimensionales imposibles, teselados y mundos imaginarios. “Los expertos coinciden, y es bastante evidente examinando la mayor parte de sus obras, en que una de sus principales características es la dualidad y la búsqueda del equilibrio, la utilización del blanco y el negro, la simetría, el infinito frente a lo limitado, el que todo objeto representado tenga su contrapartida.” Así es, si podemos definir dos elementos consubstanciales en su obra son la proyección del infinito y el contexto laberintico para expresarlo; esto trae como resultante la subsecuente paradoja en el marco de la realidad; es decir, la realidad por mas extensiva que se figure, no admite la paradoja, limitándose a un contexto habitual, cosa que de seguro a Escher, como ya vimos, le causaba aversión. Ese elemento diferencial, que en sabiduría hiperbórea llamamos “Yo”, es determinante en la obra de Escher; “Estrellas”, xilografía de 1948, es muy significativa en este sentido ya que nos muestra el encadenamiento espiritual con una visión trascendente; el símbolo del encadenamiento, el Yo de naturaleza reptiloide, encapsulado en una forma P ágina 47