PROYECTO OVNIS LA REVISTA 1 Proyecto Ovnis - La Revista - Nº 1 | Page 17

la Semana al Harrison wcett de la Vega tes de una vieja civilización (la Atlántida), cuyo pueblo había degenerado, pero aún conserva- ba vestigios de un pasado olvidado en restos peleoarqueológicos como momias, pergaminos y láminas de metal cinceladas. Otro testimonio de la existencia de aquella civi- lización prehistórica muy importante para Faw- cett era una extraña  estatuilla de basalto ne- gro, de 25 cm de alto, cuyo origen no se pudo identificar claramente. Fawcett la obtuvo de su amigo H. Rider Haggard y la llevaba consigo en su última expedición. Tras acudir a la ayuda de un  psicometrista, según relata Fawcett, averi- guó que la estatuilla era de origen atlante. En  1921  Fawcett emprendió una expedición por la Bahía, guiándose tanto por el Manus- crito 512, como por el testimonio de otro aventurero y explora- dor británico, coronel O´Sullivan Beare, ex cónsul en  Río de Ja- neiro, quien afirmaba haber visitado una ciu- dad perdida parecida a la del Manuscrito 512, a pocos días de camino de la ciudad del Salva- dor. Según menciona Faw- cett en su libro, des- pués de recorrer la región del  río Gongo- gi  logró reunir nuevos testimonios de la exis- tencia de ciudades per- didas. Expedición final. En  1925, con el financiamiento de un grupo de financieros situado en Londres, llamado The Glove  (“El Guante”), Fawcett regresó a Brasil con su hijo mayor Jack para una expedición des- tinada para descubrir aquellas ciudades perdi- das. Antes de partir, Fawcett dejó instrucciones declarando que si él y sus compañeros no vol- vieran, ninguna expedición de rescate debería ser enviada, o, al contrario, los rescatadores sufrirían su destino. Un hombre con tantos años de experiencia como Fawcett en la exploración de regiones tan agrestes y hostiles, aprendió a sobrevivir, viajando con pocas provisiones, se reabastecía en el lugar, cosas como conservas ali- menticias, leche pulverizada, ar- mas, cohetes de señales, a veces eran prescindibles, pero lo que no podía faltar eran los instru- mentos de medición y orienta- ci ón como un  sextante y el cro- nómetro  (inventado por  John Harrison) para determinar la lati- tud y la longitud. También escogía muy exhaustivamente a sus compañeros para cada expedición. En su expedición final fueron elegidos por su salud física, habilidad y lealtad el uno al otro: su hijo mayor Jack Fawcett y el amigo de muchos años de Jack Raleigh Rimell. Fawcett eligió a sólo dos compañeros, de modo que podrían viajar más ligeramente y pasar más desapercibidos por las tribus de la selva, sien- do algunas de éstas muy hostiles y peligrosas. Recordemos que muchas tribus en ese tonces todavía no habían entrado en contacto con los hombres civilizados. Homenaje. Sin duda, Sir Percival Fawcett inspiro la creación del personaje de ficción Indiana Jones; es abso- lutamente remarcable que un hombre de valor inaudito haya existido realmente. Recorrió Boli- via, de seguro, como ningún boliviano lo hiciera desde entonces, dejando un libro maravilloso: “Exploración Fawcett” que muchos ya han reco- nocido como uno de los libros de estudio más importantes para dilucidar la historia de las naciones del ande amazónico y cuya difusión La última señal de Fawcett fue el  29 de mayo de 1925, cuando telegrafió a su esposa que estaba listo para penetrar el territorio inex- plorado acompañado únicamente de Jack y Ra- leigh Rimmell. Relató que estaban cruzando el Alto Xingú, un afluente de sudeste del Río Ama- zonas. Desde entonces nada más se escuchó de ellos. Se ha especulado que los indios locales los ha- brían matado cerca al Río Culuene, varias tri- bus fueron sospechosas del asesinato en aquel tiempo, los  Kalapalos, los últimos en verlos, o los Arumás, Suyás, o tribus Xavantes, cuyo te- rritorio estaban penetrando. Ambos jóvenes ya estaban cojos y enfermos cuando fueron vistos por última vez, y no hay ninguna prue- ba de que fueron asesinados. Es probable que hayan muerto de causas naturales en la selva brasileña. En 1927 un letrero con nombre de Fawcett fue encontrado entre una tribu indígena. En junio de 1933 una brújula de teodolito pertenecien- te a Fawcett fue encontrada cerca de los indios Baclary de Mato Grosso por el coronel Aniceto Botelho. Como se pudo averiguar posterior- mente, el letrero con el nombre de Fawcett era del tiempo de su expedición de 1921 y lo más probable es que el coronel lo había ofrecido como regalo al jefe da la tribu; en el caso de la brújula también su pudo probar que hubie- ra sido dejada antes de que Fawcett se había adentrado en la selva en su viaje final. lamentablemente ha sido descontinuada, cosa que se puede evidenciar en la casi inexistencia de ejemplares físicos de la única edición que se hizo, así como en el desconocimiento casi total del mismo en la actualidad. Es menester pues para los bolivianos y andinos en general, honrar a este héroe, que debemos nacionalizar por el valioso y extraordinario aporte de sus temerarias exploraciones, que han inspirado e inspiran a una nueva genera- ción de audaces investigadores como Karl Brug- ger y Graham Hanckoc entre muchos otros. Aprovechamos para anunciar que muy pronto la Editorial de la Casa de Tharsis lanzara una edición de “Exploración Fawcett”. P ágina 17