Problemas educativos en México: una mirada desde los estudiantes | Page 39

res, la organización del tiempo escolar, las instalaciones de la escuela, etc.

En algunas de estas preparaciones la escuela acude a los familiares de los niños para que apoyen en las actividades que se quieren realizar; como en quién se hará cargo del comedor escolar (para aquellas escuelas en las que el programa requiera uno) o quién será parte de los múltiples comités o asociaciones que se formarán.

Derivado de esto, surgen algunas dudas, si las escuelas cuentan con los espacios/instalaciones necesarias para las actividades que el programa propone (por ejemplo, canchas, espacio para el comedor, salones) o con los recursos materiales que demandan los progra-mas. Además, si existe el personal necesario para cumplir los lineamientos que dicta cada programa escolar. Y por otro lado, si los familiares de los niños cuentan con recursos de tiempo y económicos para que sus hijos asistan a la escuela.

Programas escolares

¿Y después?

Después de los programas se encuen-tran las reinterpretaciones de los actores de los programas y hasta ese momento se puede ver cómo funciona en la escuela lo que las autoridades proponen; por tanto, es importante que las autoridades tengan en cuenta el momento de la implementación —en la que siempre habrá transformaciones— que es inseparable de los contextos (Ezpeleta, 2004). Así como el papel que los integrantes de la vida escolar juegan para que la escuela se eche a andar.

En suma, los programas escolares pueden cambiar parte de la lógica escolar, dan lugar a nuevas prácticas, transforman otras. Asimismo, existen prácticas que no son transformadas y otras que no surgen de los programas mismos, sino de otros programas o de experiencias de las personas que forman la escuela. Los programas no definen el funcionamiento de la escuela, este también depende de los recursos, contextos y apropiación de los actores de los programas escolares. Es decir, los programas posibilitan, no definen. Lo que se genera de estos se debe en gran parte a quienes se encuentran en la escuela. Surge entonces el interés por cómo los integrantes de la vida escolar se apropian de estos programas, cómo los reinterpretan y transforman y a la vez cómo resuelven los problemas que se les presentan en su funcionamiento.

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1 No refiero a “la escuela” como estructura orgánica con vida propia, sino como construcción histórica y social que, con semejanzas y diferencias, permite múltiples interacciones entre las personas que en ella se encuentran y le dan vida

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