SUEÑOS
Abrió la ventana y veía a la gente pasar. Esperaba a su madre que vendría con un regalito para su hijo. Trabajaba de noche y llegaba por la mañana temprano justo para llevar a sus hijos al colegio y al instituto. El era un chico alto y delgado, muy inteligente, aunque también era un poco violento ya que por eso nunca tuvo un amigo fiable.
Eran las dos de la tarde, en el coche iban la madre y el padrastro de Gabriel. Discutían, El padrastro, que iba conduciendo, tuvo un despiste y chocó contra un camión. La madre al no llevar el cinturón puesto salió disparada por el parabrisas, impactando en el suelo a una gran velocidad.
Una semana después sus dos hijos fueron al funeral, a ver como enterraban a su madre. Ahora solo quedaban tres de la familia de Gabriel. A su hermano pequeño lo llevaron a vivir con los abuelos. Aún se acordaba cuando le preguntaba que por qué ya no venia su madre a buscarle por las mañanas. El abuelo le contestaba que ella estaba en el cielo, esperándolo para tener una vida mejor.
Era una situación muy triste y difícil para Gabriel y también para su hermano mayor, quien se puso a trabajar para mantenerse los dos. A Gabriel no le gustaba esa situación porque su hermano trabajaba seis días a la semana, diez horas diarias y le pagaban una miseria. Tampoco le gustaba que su hermano lo mantuviese, se sentía incomodo en su propia casa, dejó de comer, en su ojos se podía ver el sufrimiento de un niño doce años.
En una mañana fría y lluviosa Gabriel agarró sus cosas en un saquito y emprendió un vida solitaria dejando atrás a su hermano. Estuvo durmiendo en un portal durante tres noches, muriéndose de frió y hambre. Cerraba los ojos y le preguntaba a dios que por qué a el le pasaba esto, si no había hecho nada malo, por
nada malo, por que le hurtaba a su madre el poco dinero que guardaba en la hornacina, por qué de esa vida tan injusta que él tenía. Gabriel soñaba que algún día seria medico o tal vez ingeniero y que salvaría a su hermano pequeño de esa miseria en la que vivía, pero sólo eran sueños; por qué dejaría de ir al colegio, así era muy difícil que sus sueños se cumplieran.
Estuvo una semana entrando a un supermercado donde a hurtadillas desayunaba, comia y a veces hasta cenaba. Le gustaba porque comía lo que más le encantaba, pero había un problema porque si le pillaba el guardia de seguridad tendría que salir corriendo.
Así era la vida de Gabriel, de un niño solitario que callejeaba por la noche buscando un lugar para dormir, un lugar donde podría estar tranquilo y soñar, soñar con que sería alguien como esos que veía por la calle por la mañana temprano con traje y corbata, Siempre sonriendo, sin preocupaciones, pero despertaba, lloraba, caían lagrimas ardientes por su cara, y ese dolor, ese vació que sentía por dentro que le partía el pecho.