Primer Capítulo El Inicio de la catástrofe. | Page 4

CAPÍTIULO UNO

EL INICIO

DE LA CATÁSTROFE

Esta es la historia de un joven llamado James Peter informando para quien quiera que seas. Esta es la historia que le dejará una enseñanza a la humanidad, y es que hemos sobrevivido a tantas enfermedades imposibles de contar y en algunos casos no se encuentra la cura; pero siempre se superan, y todo sigue como si nada hubiera pasado. Las enfermedades que más nos han costado son: La peste negra, el VIH sida, el cáncer, entre otros. Estas son algunas de las más conocidas, sin embargo, hay otras más peligrosas que no siempre se mencionan; pero la que más nos ha afectado, es una muy poderosa epidemia conocida como Sentidos Incontrolables Remotos, que en forma abreviada se llama SIR. Es un apocalipsis de muerte, donde el ateo y creyente ya no importan, cada quien escoge en que creer, pero no sirve de nada porque hay tres decisiones que todos deben tomar para sobrevivir, de lo contrario morirán. Ellas son: estar solo buscando recursos y viajando varias veces, la siguiente es ser parte de un grupo no tan complicado, viajando poco, y la tercera, estar en un grupo más grande y quedarse en un lugar como un pueblo o un barrio chico; pero bueno, como sea cada quien decide cómo sobrevivir.

Pero así no es como comienza mi historia; detrás de mí hay una puerta con cosas horribles que golpean sin parar, y que muy pronto eliminará al último humano que quede en este planeta, porque los de arriba solo piensan en ellos y aunque sean la cura de este horrible mundo, ellos no bajarán a ayudarme.

Lo que diré es la horrible historia que casi arrasó con la humanidad y de cómo llegué a ser el último humano gracias a mi arrogancia y soberbia que me costó todo lo que más quería.

Todo empezó cuando tenía diecisiete o dieciocho años, aunque no recuerdo mucho del principio. Vivíamos unos amigos y yo en una ciudad pequeña de Colombia llamada Pereira, donde por costumbre íbamos a una disco para relajarnos, la verdad no recuerdo mucho de ello, pero lo hacíamos seguidamente. Escuchamos a unos hombres diciendo:

-Ellos ya vienen ¡todos moriremos! (estaban borrachos).

Nos reímos porque estabamos algo pasados de tragos, no le dimos importancia y seguimos festejando. Fuimos ineptos al hacerlo y lamento no haberle puesto atención a lo que decían y también por no mirar ni un poco la televisión.