Desde entonces, Agatha
es caracterizada por esa
estética extra femenina
y juguetona que a todos
nos penetra, para bien o
para mal, es imposible
pasar desapercibido uno
de sus diseños, pues llega
a cambiar el entorno en el
que se encuentra, por lo
cuál se le denominó ‘moda
feliz’.
Todo empezó poco
después de la separación
de sus padres. Su madre,
María Isabel cae en
depresión, lo cuál llevó
a Agatha a refugiarse
en su tía Mary, a quien
define como una mujer
tremendamente positiva.
“Comprendí que por el
mismo precio se puede
ser feliz o desgraciado y
decidí, como había decidido mi abuela antes, que
era mucho mas lógico ser
feliz. Cuando se murió, fue
un momento durísimo para
mí y desde entonces he
relacionado el negro con
las cosas más tristes. Los
colores son una manera
de mantenerse siempre
alegre y feliz!” De la Prada
no cree en el color negro, y
ésta misma filosofía está
presente también en los
artículos industriales que
ha diseñado. Su padre Juan
Manuel Ruiz de la Prada,
su abuelo, y hasta 5 generaciones atrás, fueron arquitectos. “Yo me considero
una arquitecta de la moda.
Me encanta experimentar
con nuevas formas, tejidos,
colores, y los resultados
son siempre tan raros
como sorprendentes.”