SEMANA: Y, además, eligió un instrumento que
en ese momento era casi exclusivo de las elites…
T.G: Cuando muy niña decidí que iba a ser
pianista y mi mamá me dijo: “no, eso no es para
negras”. La conciencia de ser negra me vino con
la música. En ese momento (años cincuenta) no
había muchos pianistas negros clásicos. Incluso
todavía son pocos.
SEMANA: ¿Cuál fue el
discriminatorio que recuerda?
primer
acto
T.G: Los problemas empezaron cuando quise
aplicar a becas en Europa; ser negra era un
impedimento. Y a nivel social me refugié en la
música. Tocaba el piano para la alta sociedad,
pero si quería relacionarme con ellos de otra
manera aparecían las barreras. Descubrí eso
pronto y me cuidé mucho. Uno aprende a ser
negro: crea defensas, es más cauteloso. O al
menos yo lo hice así por miedo al rechazo. Pero
nunca fui resentida.
SEMANA: ¿Cómo
discriminatorio?
responde
a
un
acto