Para que las almas pudieran iniciar el trayecto, Los vivos
se encargaban de acompañarlos en la distancia por medio
de un ritual. Estoy iniciaba con la muerte de algún ser
cercano. El deseados enunciaba con gritos y llantos
emitidos por las mujeres ancianas de la comunidad. Después
se amortajaba al difunto junto con todos sus objetos
personales. Posteriormente, el bulto o cuerpo era
simbólicamente alimentado con los manjares exquisitos.
Con la llegada de la población europea, este ritual sufrió un proceso
de aculturación, la fiesta del dios del inframundo se unió junto con
la celebración de los difuntos y se reinventó el proceso hasta ser
concebido como lo conocemos ahora.