POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS Hemingway,Por quien doblan las campanas (1) | Page 31

no me dicen nada a mí. Ojalá tengamos que abandonarlas. Pero quiero decirte una cosa. Guarda bien tus explosivos. —Gracias –dijo Jordan–. Pero ¿de quién tengo que guardarlos? ¿De ti? —No –dijo Agustín–. De gente menos j... que yo. —¿Y por qué? –preguntó Jordan. —¿Tú comprendes el español? –preguntó Agustín, hablando menos seriamente– . Bueno, pues ten cuidado de esa mierda de explosivos. —Gracias. —No, no me des las gracias. Cuida bien de ellos. —¿Ha sucedido algo? —No, o no perdería el tiempo hablándote de esta forma. —Gracias de todas maneras. Vamos al campamento. —Bueno –dijo Agustín–. Decidles que envíen aquí alguien que sepa el santo y seña. —¿Te veremos en el campamento? —Sí, hombre, en seguida. —Vamos –dijo Jordan a Anselmo. Empezaron a bordear la pradera, que estaba envuelta en una niebla gris. La hierba formaba una espesa alfombra debajo de sus pies, con las agujas de pino, y el rocío de la noche mojaba la suela de sus alpargatas. Más allá, por entre los árboles, Jordan vio una luz que imaginó que señalaba la boca de la cueva. —Agustín es un hombre muy bueno –advirtió Anselmo–. Habla de una manera muy cochina y siempre está de broma, pero es un hombre de mucha confianza. —¿Le conoces bien? —Sí, desde hace tiempo. Y es un hombre de mucha confianza. —¿Y es cierto lo que dice? —Sí, ese Pablo es cosa mala; ya verás. —¿Y qué podríamos hacer? —Hay que estar en guardia constantemente. —¿Quién? —Tú, yo, la mujer, Agustín. Porque Agustín ha visto el peligro. —¿Pensabas que las cosas iban a ir tan mal como van? —No –dijo Anselmo–. Se han puesto mal de repente. Pero era necesario venir aquí. Esta es la región de Pablo y del Sordo. En estos lugares tenemos que entendérnoslas con ellos, a menos que se haga algo para lo que no se necesite la ayuda de nadie. —¿Y el Sordo? —Bueno –dijo Anselmo–. Es tan bueno como malo el otro. —¿Crees que es realmente malo? —He estado pensando en ello toda la tarde, y después de oír lo que hemos oído, creo que es así. Es así. —¿No sería mejor que nos fuéramos, diciendo que se trata de otro puente y buscáramos otras bandas? —No –dijo Anselmo–. En esta parte mandan ellos. No puedes moverte sin que lo sepan. Así es que hay que andarse con muchas precauciones.