POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS Hemingway,Por quien doblan las campanas (1) | Page 203

—¿Cómo están las cosas en el pueblo del muchacho? ¿Se puede averiguar por las cartas? —Parece que las cosas van bien –dijo Robert Jordan–; ha habido muchas bajas en su pueblo. –Examinó el refugio, que habían modificado y mejorado un poco, después de derretirse la nieve, y que tenía un aspecto muy convincente. Luego miró hacia la lejanía. —¿De qué pueblo es? –preguntó Primitivo. —De Tafalla –respondió Robert Jordan. «Pues bien, sí, lo lamento. Lo lamento si ello puede servir de algo.» «No sirve de nada –se contestó a sí mismo–. Bueno, entonces, olvídalo.» «De acuerdo, lo olvido ahora mismo.» Pero no podía olvidarlo. «¿A cuántos has matado? –se preguntó a sí mismo– . No lo sé. ¿Crees que tienes derecho a matar? ¿Ni tan siquiera a uno? No, pero tengo que matar. ¿Cuántos de los que has matado eran verdaderos fascistas? Muy pocos. Pero todos son enemigos, cuya fuerza se opone a la nuestra. ¿Tú prefieres los navarros a los de cualquier otra parte de España? —Sí. —¿Y los matas? —Sí. Si no lo crees, baja al campamento. —¿No sabes que es malo matar a nadie? —Sí. —Pero lo haces. —Sí. —¿Y sigues creyendo que tu causa es justa? —Sí. «Es justa –se dijo, no para tranquilizarse, sino con orgullo–. Tengo fe en el pueblo y creo que le asiste el derecho de gobernarse a su gusto. Pero no se debe creer en el derecho de matar. Es preciso matar porque es necesario, pero no hay que creer que sea un derecho. Si se cree en ello, todo va mal.» «–¿A cuántos crees que habrás matado? —No tengo interés en llevar la cuenta. —Pero ¿lo sabes? —Sí. —¿A cuantos? —No puede uno estar seguro del número. —¿Y de los que estás seguro? —Más de veinte. —¿Y cuántos verdaderos fascistas había entre ellos?