La rosa y el clavel
Paseaba por un jardín
una tarde calurosa
cuando vi en un rincón
una hermosa rosa.
Sin poderme contener
fui corriendo y la arranqué del suelo.
Sentí un dolor en el pecho
y una pequeña voz que me decía:
«Arranca también
este hermoso clavel,
que hemos crecido juntos
y quiero morir con él».