información general y en los diarios deportivos, el 96,3% del espacio está dedicado al deporte
masculino, frente a un 1,4% en el caso del deporte femenino y un 2,3% de noticias sin connotaciones de género.
Por tanto esto es un pez que se muerde la cola. Si el deporte no se conoce porque no hay dinero para difundirlo, no se genera afición. Y sin afición no hay público ni seguidoras o seguidores y, por lo tanto, tampoco el interés de patrocinios, millonario o no, pero patrocinios y por lo tanto, recursos.
Cualquier jefe de redacción argumentará aquello de “nosotros damos lo que le interesa a la gente”, bien pero entonces ¿qué pasaba en los JJOO con por ejemplo las selecciones femeninas de waterpolo y balonmano cuando se jugaban las medallas? ¿O las finales de Mireia Belmonte? Aquellos espectáculos sí hicieron vibrar y engancharon a la gente con importantes cifras de audiencia y seguimiento. Por tanto si interesaba.
Otro de los problemas del deporte femenino es el papel que juegan las instituciones y las federaciones. Vemos como las competiciones se ahogan en los problemas económicos estructurales y contextuales y nadie decide “rescatarlas”. Resultan especialmente preocupantes las situaciones del baloncesto y balonmano femenino, con desaparición de equipos y un éxodo notable de las mejores jugadoras a ligas extranjeras. Que las jugadoras jueguen fuera de España y conozcan como respira el deporte femenino en otros países es positivo, pero no si se produce de forma masiva ya que bajas el nivel de las competiciones nacionales y el interés del deporte de base, que ve que para subsistir de su deporte debe marchar al extranjero. Igual de reseñable que la situación actual de la doble medallista olímpica Mireia Belmonte, que apenas un par de meses después de conseguir un hito para el deporte español no le renovaron el contrato en su club de origen.
Mientras los clubes se mueren, las federaciones parecen encastadas en generar sistemas de competición costosos, muy alejados de la realidad económica. En casos como el del balonmano femenino, bronce en Londres 2012, diferentes federaciones como la catalana y la gallega han presentado modelos de competición con menos desplazamientos largos que hacen asumible competir a nivel nacional. Pero todas estas iniciativas se han topado, de momento, con la negativa de la federación española. El resultado, equipos que pierden categorías fuera de las pista o desaparecen y un gran éxodo de jugadoras a las ligas europeas.
De las 17 medallas, 11 fueron conseguidas por mujeres. En los primeros JJOO en que todas las delegaciones tenían presencia femenina con el 45% de la participación total, las españolas han rendido a un gran nivel, curiosamente superior al de los hombres. Pese a esto, una vez pasada la magia de los JJOO, el deporte femenino se ha topado de nuevo con su realidad, que no es otra que su invisibilidad.
No creo que generalmente podamos hablar de machismo, aunque si de cierta discriminación, que llega desde los medios de comunicación, las propias instituciones, y de todavía ciertas deficiencias culturales que se arrastran del pasado. De las 17 medallas, 11 fueron conseguidas por mujeres. En los primeros JJOO en que todas las delegaciones tenían presencia femenina con el 45% de la participación total, las españolas han rendido a un gran nivel, curiosamente superior al de los hombres. Pese a esto, una vez pasada la magia de los JJOO, el deporte femenino se ha topado de nuevo con su realidad, que no es otra que su invisibilidad.
¿A qué es debida esta invisibilidad? ¿De verdad hay machismo, o son otras causas?
En mi opinión no creo que generalmente podamos hablar de machismo, aunque si de cierta discriminación, que llega desde los medios de comunicación, las propias instituciones, y de todavía ciertas deficiencias culturales que se arrastran del pasado.
CARLOS PRIETO