En el comportamiento: predisposición a accidentes,
consumo de drogas, explosiones emocionales, comer, beber
o fumar en exceso, falta de apetito, excitabilidad, conductas
impulsivas, alteraciones en el habla, risas nerviosas,
incapacidad de descansar y temblores.
En el trabajo: absentismo, relaciones laborales pobres, altas
tasas de cambio de trabajo, mal clima en la organización,
antagonismo con el trabajo, falta de satisfacción con el
desempeño del empleo y mala productividad.
En definitiva, este tipo de estrés afecta directamente a la
calidad de vida de aquellos que lo sufren, llegando a ser en
muchas ocasiones motivo de baja laboral. Y es que,
actualmente, la esfera laboral incide en todas las demás
parcelas de la persona: la psicológica, relacional, personal,
económica y hasta en el estado físico.
¿Qué origina el estrés laboral?
El ictus se distingue por seis señales de alEste aumento del
estrés laboral en nuestra sociedad puede deberse a los
cambios que se han producido en los tipos y ritmos de
trabajo durante los últimos años. En concreto, la SEAS y el
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad citan
como agentes estresores en el ámbito laboral:
-El exceso o la falta de trabajo.
-Plazos de trabajo insuficientes para completar los
proyectos de forma satisfactoria, tanto de cara a los demás
como a nosotros mismos.
-Ausencia de una descripción clara del puesto de trabajo o
de la cadena de mando.
-Falta de reconocimiento o recompensa después de haber
tenido un buen rendimiento laboral.
-No disponer de la oportunidad de expresar las quejas.
Tener responsabilidades múltiples, pero no la autoridad o
capacidad para tomar decisiones.
-Estar rodeado de superiores, compañeros o subordinados
que no cooperan ni apoyan.
-No tener control sobre el resultado del trabajo o poca
satisfacción con el producto terminado.
-Poca estabilidad laboral o inseguridad acerca del
mantenimiento del puesto.
-Estar expuesto a prejuicios por edad, sexo, raza, origen
étnico o religión.
-Estar expuesto a violencia, amenazas o intimidaciones.
-Trabajar en condiciones físicamente desagradables o
peligrosas.
-No disponer de la oportunidad de mostrar el talento o las
capacidades personales.
-Que los pequeños errores o distracciones puedan tener
consecuencias serias o incluso desastrosas.
10 consejos para mantener bajo
control el estres laboral
Afronta las situaciones difíciles.
En vez de postergarlas o evitarlas, hazles frente, ya que
dejarán de angustiarte una vez las identifiques y resuelvas.
Entrénate en la solución de problemas. Analízalos de una
manera lógica: define el problema, has una lista con las
posibles soluciones y otra de los pros y contras de cada una.
Evalúa estas ventajas e inconvenientes y selecciona la
alternativa más beneficiosa.
Organiza bien tu tiempo: Planifica tu día sin sobrecargarlo
de actividades. Si no tienes tiempo, selecciona las tareas más
importantes de acuerdo a las prioridades y, si es necesario,
delega. Y, si aun así, la presión es excesiva, aprende a decir
“no”.
Te mereces un descanso: Asigna un espacio diario al ocio y a
las relaciones personales para practicar tus aficiones o estar
con amigos. El fin de semana, descansa, y tómate vacaciones
de vez en cuando.
Aprende técnicas de autocontrol: Practicar de manera
regular
actividades
como
relajación,
meditación,
mindfulness o yoga te ayudará a neutralizar la activación
fisiológica del organismo que produce el estrés y te
proporcionará un mayor control de las emociones.
Fomenta las relaciones personales y sociales y apóyate en
ellas.
Cuando sientas que no sabes cómo resolver un problema,
pide consejo a las personas en quienes confías. Y ofrécete
para apoyarles tú a ellas: ayudar a los demás mejora tu
estado de ánimo y reduce el impacto del estrés.
Cuida tu dieta: Sigue una dieta saludable rica en frutas y
verduras. Mantén horarios regulares y tómate tu tiempo para
comer. Evita o toma con moderación las bebidas con cafeína
o alcohol.
Haz deporte de manera regular.
El ejercicio físico reduce la intensidad del estrés y ayuda a
que los episodios duren menos, además de fomentar una
sensación de bienestar, siempre que no se haga por
obligación. Se recomiendan dos horas y media de actividad
aeróbica a la semana como correr, montar en bicicleta o
nadar, siempre de acuerdo a tus capacidades.
No restes horas de sueño.
Descansado, afrontarás mejor cualquier conflicto. Ve a
dormir siempre a la misma hora y descansa 7-8 horas/noche.
Recurre a ayuda profesional si es necesario.
Si sigues sin ser capaz de manejar el estrés, recurre a la ayuda
profesional. Tu médico de cabecera podrá derivarte a
un especialista, que te enseñará a modificar pensamientos y
emociones y afrontar los problemas más positivamente.