Era una voz melodiosa, acariciadora de almas en espera de algo más de la vida, como si sus sonidos estuvieran dirigidos a quienes quería amar o estaban poseídos por un sublime aire espiritual, cargados de humo.
MEMORIA
PANAMÁ
Son pocas las luces fulgurantes propietarias de esos dones naturales, y más cuando el trópico parece encantar a quienes conviven con esos seres dotados de magia.
Algunos de sus pocos allegados la conocieron desde los años cuarenta, cuando la descubrió el jazzista Víctor Everton McRae( Víctor Boa) y su grupo( Danny Clovis, Jimmy Maxwell y Boa) sumándola a recorrer los sitios alegres, de distracción para una soldadesca de paso, hacia la muerte.
Yendo hacia adelante nuevamente, Aby Martínez, otro amante de la buena música, escribió sobre el acompañante magistral de Violeta: « una vez, antes de la mayoría de edad, en el Club Nacional, el Cotton Club de Calidonia. El plato fuerte, descarga de jazz, con carcajadas del cazador que no deja escapar la presa. Golpes certeros, el sonido, esparciendo cascadas melancólicas en ese bazar de vasos largos en la barra. Es por eso que no dude en ir a la ceremonia de entrega de llaves de la muy noble ciudad al panameño universal, Víctor Boa ».
Ahora, vamos hacia atrás, como un disco de 33 revoluciones. Eran tiempos de la Segunda Guerra Mundial, era una niña nacida en calle 17 Central, de la ciudad capital, un 15 de junio, año del golpe de Estado de la agrupación nacionalista Acción Comunal, mil novecientos treinta y uno, y su nombre de bautismo fue Isabel Green Harris.
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César del Vasto
HISTORIADOR
Una diosa llamada
VIOLETA
Violetta Green. Fotos: Imágenes capturadas de video( youtube): GECU Universidad de Panamá.
Era una voz melodiosa, acariciadora de almas en espera de algo más de la vida, como si sus sonidos estuvieran dirigidos a quienes quería amar o estaban poseídos por un sublime aire espiritual, cargados de humo.
« Una diva, además de cantar e interpretar, tiene que ser una diosa en la vida cotidiana »
María Callas
Su padre figura para el año mil novecientos cuarenta y siete como músico de corno en la Central Istmian Band Gamboa, de la colonial Zona del Canal, compuesta de veintiún miembros, en su mayoría provenientes de las Antillas.( Al oído: la madre de nuestra reina era pianista).
Enamorada de la música, Violeta recorrió con su voz mágica los espacios ganados para artistas locales e internacionales. Basta mencionarlos para las nuevas generaciones: Café Kresh, Café Esquire, Salón Jayes, Club Claridge y Cool Spot en Colón.
En los salones de baile: Club Tropical, Savoy, Internacional, Taboga y Bella Vista. A nivel de cabarets, el Broadway, Florida, Light House Bar, Saratoga, Monte Carlo, Palm Terrace, Happyland, Rialto, Maxim, Kelly’ s, Monmatre, Casanova, El Refugio, Lido, Gardel, California, Álamo, Arco Iris y Ciro’ s. Los bares El Paso, Missouri, Washington y, finalmente, los jardines Atlas, El Rancho, Balboa y Catalina, y los teatros El Encanto y Balboa. En este último acompañó a artistas de la talla de Mirta Silva, Kiko Mendive, Celia Cruz y Amalia Aguilar.
También, se afirma, se presentó en el Show de Blanquita Amaro, en el canal 2, y en el programa de la inolvidable Silvia de Grasse, en el canal 4, de los hermanos Eleta Almarán.
A nivel de los servicios hoteleros, estuvo en el histórico Hotel Washington y el Club de Extranjeros, de Colón, en el primer hotel moderno de la ciudad pacífica – El Panamá, inaugurado en mil novecientos cincuenta y uno –, y en el Hotel Continental, cuando hacía shows en vivo con bandas, orquestas y artistas de calidad.
Incluso se habla de patrocinios, como la Caravana Camel, durante los años cincuenta y sesenta, dejándose escuchar en las hondas hertzianas de la Radio HOQ, durante siete años.