Periódico Casco Antiguo News Edición 14 - JUNIO 2017 | Page 12

NOTA CENTRAL PA N A M Á rechos al empresario bananero Minor C. Keith, quien crea la Compañía de Tranvías de Panamá y construye 11 millas (17.6 km) de líneas de rieles con transmisión de fuerza eléctrica. La guardería de los tranvías estaba com- puesta por 15 carros en abril de 1912. Las líneas eran: del palacio nacio- nal a Las Sabanas (las afueras de la ciudad), es decir, terminaba en lo que hoy es el cuartel de bomberos de Ca- rrasquilla. Otra ruta dobla La Cresta y culmi- na en el parque Urracá (antes balnea- rio Bella Vista). Una tercera parte del Café Coca-Cola, pasa cerca de la plaza Amador, la calle B, el cementerio de Amador, la cárcel modelo, entra a Bal- boa y culmina su trayecto en el muelle de La Boca. El tranvía reinició sus servicios el 1 de agosto de 1913, con un chofer por carro y, acompañándolo, un recolector de tiquetes. En aquel momento se pa- gaba con tolken, especie de monedas acuñadas por la propia empresa váli- das solo para adquirir sus servicios. Se mueven en esos quince carros 11.000 personas diariamente, reco- rriendo 1.500 millas (2400 km). La energía eléctrica con que se movían estos aparatos era suministrada por la planta eléctrica de las esclusas de Mi- raflores, en la colonia estadounidense. La pavimentación de las calles y el tranvía liquidaron el antiguo servicio de coches de caballos y carreteros, y se introducen los autos a precios nada baratos. MÁS ALLÁ DE LOS NEGOCIOS R. W. Hebard, otro empresario gringo de la construcción, logró con el consejo municipal la construcción de una planta eléctrica del Estado panameño, entregándosela en con- cesión, gracias al colonialismo, a su paisano Keith en febrero de 1915. La Compañía del Tranvía se transformó en Compañía Eléctrica de Panamá, especializada en vender energía y luz eléctrica a la ciudad de Panamá, Colón y provincias. Imagen de uno de los vagones del tranvía de Panamá 12 Ese fue el origen del leonino con- trato Catlin de 1916, entre millona- rios estadounidenses y el Estado pa- nameño, conformándose el poderoso monopolio de la Corporación Pana- meña de Fuerza y Luz. En ese momento son 22 los carros al servicio de la población capitalina, incluyendo a los trabajadores canale- ros, cuyas obras realmente concluyen en 1920. Nos dice Jorge Conte Porras: El tranvía era un transporte de se- lección, con su timbre peculiar y su máquina eléctrica, que daba la im- presión de viajar a una velocidad de espanto… Era un transporte atestado de pasajeros, en donde la gente se em- pujaba para entrar y para descender. Recuerdo que uno de los conductores era muy popular entre los pasajeros, por sus enormes bigotes que atesaba con indisimulada vanidad. Los coches se utilizaban para paseos, y para transportar carga del mercado. Estos vehículos eran servi- dos por italianos, a quienes se deno- minaba bachiches, que se distinguían por una indumentaria que exhibía prendas de color combinado. Todos usaban saco, chaleco, corbata, som- brero y mostachos. Si no recuerdo mal, el terminal de los coches era la plaza 5 de Mayo… Posteriormente fueron llegando las chivas (buses un poco más pequeños) que viajaban invariablemente a las afueras de la ciudad y casi siempre eran conducidas por españoles. La Casa del Tranvía, o guarde- ría, estaba situada en el barrio de El Marañón, y luego se convirtió en el famoso gimnasio de El Marañón, según Torres. El precio para abordar este transporte era de 10 o de 15 cen- tésimos, según la ruta. Con el crecimiento de la ciudad y, principalmente, de su cantidad de habitantes, la demanda de transporte de la