NOTA CENTRAL
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En 1737, la destruyó un
incendió. Un obispo, hijo de
Panamá, el ilustrísimo doctor
Francisco Javier de Luna,
la reconstruyó hasta dejarla
como hoy se conoce, pagando
de su peculio el costo de la
obra. Se terminó en 1796,
cuando fue inaugurada.
La catedral
«¡D
C ésar del V asto
HISTORIADOR
ígame, blanca,
y acaso son
estas cuentas
de su rosario!» le dijo un albañil a
lady Matilde de Obarrio de Mallet,
quien le reclama la destrucción de
las tejas coloniales para reempla-
zar el techo de la catedral por zinc,
en fecha indeterminada, según re-
fiere Octavio Méndez Pereira.
¿Cuál es la historia de este por-
tentoso edificio, símbolo de una
visión de v