Santiago de Cali, Periódico Acción... Cali
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Cali - Valle
Edición No. 18
Agosto de 2019
Circulación mensual
2000 ejemplares
ISSN 2665-4768
Distribución gratuita
EDICIÓN N°
18
EDITORIAL
Por: Libardo Hernández
t odos los derechos fundamentales de los ciudadanos son vulne-
rados por estos dos aspectos que a simple vista parece que no
causan daño. Y es precisamente por la mala atención y es por el
abuso de poder que en Colombia, ha tenido que presentarse un
número alarmante de tutelas invocando derechos consagrados en
la constitución que permanentemente son violados.
Que denigrante es para el ser humano sentir la humillación de un semejante que
esgrime grosería por el simple hecho de visitar un establecimiento, llámese público
o privado. Y es que el hecho va desde la dependiente de la cafetería, hasta el más
encopetado funcionario de una entidad pública o privada.
La mesera de la cafetería no le contesta el saludo; el “vivo” que se adueñó de la calle
con “trapo” rojo en mano le dijo con grosería que parqueó mal; el vigilante o portero
del edificio le pregunta para donde va, que va hacer y con quien quiere hablar y en
ocasiones lo somete a indignantes requisas; la recepcionista no deja hablar pero le
pregunta lo mismo, la secretaria dice que el jefe esta en junta y no lo puede recibir
y si por casualidad lo recibe, aduce cualquier pretexto para que vuelva otro día.
Y por ésta época están de moda las “campañas políticas” en donde todos los candi-
datos sin haber sido electos, ya se creen con poder de regañar a sus colaboradores
y que decir de los pobres e incautos electores que no tienen la capacidad de replicar
absolutamente nada. Y ahí están los politiqueros de turno, los serviles, expectantes
para cuando el candidato gane, recibir prebendas o puestos públicos en el próximo
mandato. Desde aquí empiezan a distinguirse los mandos medios que le cuidan la
espalda al candidato de turno y que como en la campaña, lo harán también en el
gobierno, de no permitir el acceso a la gente del común.
Caso aparte, merecen los vigilantes y porteros de edificios, unidades residenciales,
complejos empresariales y entidades prestadoras de salud, que al mismo tiempo
son controles de ingreso, actúan desmesuradamente por encima de la ley, llegando
inclusive hasta el uso desmedido de la fuerza frente a usuarios y público en general.
Y si no se acepta sus abusos, la respuesta es totalmente negativa a cualquier
pretensión de servicio.
En cuanto a las entidades de salud, quien les dio la autonomía a los porteros a que
cumplan funciones de filtro, si esto lo deben hacer los médicos generales o especiali-
zados en urgenciología. Pero hemos visto con sorpresa como los porteros que son
especializados en vigilancia, ahora, asignan turnos y hasta dan citas médicas o de
laboratorio.
Que decir de las universidades y algunos recintos oficiales en donde le piden y le
retienen la cédula para ingresar, procedimiento totalmente prohibido por la constitu-
ción nacional.
Y a que propietario de una casa o apartamento en unidad o condominio no le ha
pasado que ahora el portero o vigilante de turno decide la suerte de su propiedad.
Los propietarios deben pedir permiso a los vigilantes para cualquier actividad que
debe realizar en su dominio, porque ni siquiera el ingreso normal se le permite. Se
han invertido los derechos, algunos disfrutan de ellos y se les facilita para seguir
abusando de la autoridad que nadie les ha concedido.
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