Revolicionando
ROJA
Delfino Rios
Matanza de chino
"Las calles de Torreón a las tres de la tarde estaban cubiertas de cadáveres… La consternación en que quedó la ciudad es indescriptible, no hay palabras con que expresarla".
Durante varias horas no hubo gobierno en la ciudad
Los agresores les acusaron de aliarse con las fuerzas de Porfirio Díaz, porque aparentemente los soldados federales dispararon desde comercios y casas de los ciudadanos asiáticos.
Nunca se comprobó la versión. Lo único claro es que en pocos minutos el saqueo se convirtió en violencia extrema contra los chinos.
"Hay una agresión más allá de la simple lucha. La acusación fue que defendieron junto con los porfiristas la plaza de Torreón, con eso justificaron ir contra ellos"
"Pero la forma del asesinato revela un odio que va mucho más allá de la lucha, de una cuestión de guerra".
"Hubo un silencio cómplice de una sociedad que no quiso afrontar o reconocer que fue parte de esa violencia, y la mejor manera de abordar ese terrible suceso histórico fue no hablando de ello".
Así se resumió el horror de la matanza:
Esta madrugada del 15 de mayo de 1911 llegaron a Torreón unos 2.000 soldados de las fuerzas leales a Francisco I. Madero, iniciador del movimiento revolucionario.
Los miembros del Ejército federal que custodiaban la ciudad –cerca de 400, dice el historiador Castañón Cuadros, aunque otras versiones hablan de 700- abandonaron la zona después de unas horas de combate.
El asesinato de 303 chinos ocurrido el 15 de mayo de 1911.
Es la masacre más violenta de ciudadanos de ese país en la historia de la humidad.
La mitad de la comunidad china de Torreón, Coahuila, en el noreste de México fue asesinada.
Y sin embargo, el hecho es poco conocido en el país.
Los estudios e investigaciones académicas son escasos, y en los archivos de la localidad prácticamente no existen las menciones al tema.
Es como si la matanza se olvidara durante casi un siglo, le dice a BBC Mundo el investigador Carlos Castañón Cuadros, del consejo académico del Museo Arocena de Torreón.
Por: Delfino Rios
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