PENSAMIENTO & ARTE | Page 8

A la entrada en el monasterio ella se creía, inocentemente, una debutante de la oración. Decía ella misma: " No sabía nada de aquello que me debía aprender, ya que estaba abandonada de mí misma a todos sus santos movimientos". Desde los primeros años de profesión, Jesús se presentaba a ella, y le "descubría su Corazón amoroso":

"He aquí la Enseñanza que yo te doy, en la cual tu aprenderás todo lo que tu debes hacer por mi amor".

Y una y otra vez ella se aplicaba por obediencia a la lectura espiritual, que desde la simplicidad interior donde ella estaba le había quitado toda dificultad. Este "divino Maestro de amor" se presenta delante de ella y, revelándole entero su Corazón, la murmura estas palabras que debieron conquistar un día a Santa Teresa del Niño Jesús al leerlas:

"Yo te voy ha hacer leer en el Libro de la Vida aquello que contiene la Ciencia del Amor"

En efecto, "el gran método de la oración, es acercarse a ese punto, cuando el Espíritu Santo se acerca como el maestro de la persona que medita". Es Él quien había estado largo tiempo cerca y haciendo de maestro del corazón de Margarita.

La adolescente aprendiz había pedido ella misma a Jesús que la enseñara y, así, se había dejado conducir en su vida en una pasibidad sobrenatural:

"Se presentaba Él mismo a mí en el misterio donde Él quería que yo meditase: y Él aplicaba a mi espíritu fuertemente a mi alma con todas mis fuerzas como si estuvieran introducidas todas en Él mismo, que yo no sentía nada que me distrajera, pero mi corazón se sentía consumado del deseo de amarle."

"Ponerse delante de Nuestro Señor como una tela delante de un pintor"

7

4. Al final, aceptar