PASIÓN POR DIOS SALVACIÓN PARA EL MUNDO Beata Concepción Cabrera. Laica · Mística ·Apóstol | Page 14

Después de la encarnación mística, oró así: «Madre, Virgen del alma, dame tu vida interior, tu mismo corazón, para amar el de tu Hijo, que en este estercolero está. ¿Qué hago con Él, si tú no me enseñas a adorarlo?» Tras la muerte de monseñor Ibarra, escribe: «Dios me quiere sola, mi papel ahora, es el de la soledad. ¡Acompañar a María, imitar a María en su soledad, en la última parte de su vida!» Monseñor Martínez le dice: «como Jesús ha querido […] descansar místicamente en el alma de usted, necesitó formar en esa alma de madre, un trasunto del alma de María». Ser madre La encarnación mística 1 es la gracia central de Concepción Cabrera. Recibió esta gracia el 25 de marzo de 1906, a la edad de cuarenta y tres años. Esta gracia, cuyo germen está en el bautismo, es un «reflejo, aunque lejano, del misterio de la Encarnación del Divino Verbo en María». Con Jesús en su co- razón, esta creyente hizo de su vida una cadena de amor: ofreció al Padre la Víctima divina, y se ofreció a sí misma juntamente con Él. La gran fecun- didad espiritual de Concepción Cabrera se debe a que, por la encarnación mística, ella participa de la maternidad de María y de la maternidad de la Iglesia. Un retrato lejano de María En 1913 Concepción escucha que Jesucristo le dice: “te amo como a las niñas de mis ojos, con irradiaciones con que amo a María, mi Madre”. Y en 1929, escucha una palabra clave para entender lo que Dios hizo en ella, por medio de la encarnación mística: «te he querido hacer un retrato lejano de María». Esta acción gratuita de Dios tiene su correlativo: la invitación a que ella imite a María: «Me dijo el Señor, muy amoroso: “Concha, hija mía, Yo quiero que cumplas mi voluntad siendo para Mí lo que he perseguido en la encarnación mística. Imita a mi Madre; calca tu corazón en el suyo, que ese es el verdadero trono del Verbo, al cual debes imitar”». “Este es tu papel en la encarnación mística: imitar a María en sus virtudes e inmolación a la divina voluntad, sacrificándome”. Para un estudio más profundo sobre esta gracia, véase: F. Torre, Dar a luz a Cristo, La Cruz, México 2013 2 , y la bibliografía que viene allí. 1 26 Beata Concepción Cabrera