Paradigmas Vol. 5, No. 2 | Page 62

Rosa María Lince Campillo & Martha Singer Sochet comunitaria, basado (dicho diálogo) en la tolerancia, la inclusión y, a la vez, en la igualdad de oportunidades de participación? Hay quien afirma que no es posible la democracia sin el diálogo, ya que es la mejor manera de elaborar acuerdos y eventualmente llegar a consensos, pues estos son elementos de construcción del espacio democrático y solo se pueden efectuar si hay honestidad y respeto a las leyes. Pero cuando presentamos abiertamente una forma de pensar estamos expuestos a la crítica más feroz, la más despiadada, incluso aquella que aniquila, por los opositores. Recientemente hemos observado que los dirigentes gubernamentales no necesariamente están pensando en el interés general y se especializan en generar conflictos para evitar llegar a acuerdos. Lejos de pensar en la comunidad están anteponiendo intereses particulares —o en el mejor de los casos partidistas— y no a la ciudadanía que representan. Asimismo, hemos presenciado que entre más violenta es la respuesta, más fuerza manifiesta, por lo que se da pie a la negociación y no al diálogo deliberativo con intención de ponerse en acuerdo con el otro. Por otra parte, según Heidegger la reflexión sobre el lenguaje incluye la comprensión, que es un modo de conocer la forma de ser del hombre, así como una reflexión sobre el sentido hacia el que apunta dicha comprensión. Por tanto, la comprensión y el sentido son los temas máximos de toda hermenéutica, de manera que todo conocimiento es simbólico y pasa necesariamente por el lenguaje (Garagalza, 1990, p. 42). El diálogo permite compartir lo que cada uno reflexiona de sí mismo y, en el contacto con los demás, identifica a quienes comparten o no una reflexión (Beuchot, 2004, p. 42). Así, los interlocutores necesitan compartir: experiencias, ideas, interpretaciones, hipótesis y argumentaciones, poniendo en juego su capacidad para sugerir, provocar, persuadir y transformar. No siempre se puede dar cabida a todo lo que quiere decir el otro; hay que moderar, para que no resulte un monólogo. Siendo así que si pensamos en la definición de política como el arte de establecer consensos, los 120 | Paradigmas, jul.-dic., 2013, Vol. 5, No. 2, 101-130