Outlander Magazine Número 6 (enero 2018) | Page 25

UNA SECCIÓN DE ALBA GONZÁLEZ M a r í a E s t u a r d o Tras la muerte del monarca Jacobo V, María Estuardo se convirtió en reina de Escocía con escasos seis días de edad, el 13 de diciembre de 1542. Como indicamos en la anterior entrega, Enrique VIII pretendía casar a su hijo con la nueva reina de Escocia, algo que no pudieron permitir los patriotas escoceses, al igual que su propia madre; por lo que fue enviada a Fran- cia bajo la tutela de Catalina de Médici y la dinastía de los Valois a la edad de seis años. Allí, María Estuardo gozó de una gran educación, a la al- tura de la futura reina de Francia, Escocia, Irlanda e In- glaterra; o eso era lo que pre- tendía el rey Enrique II de Francia. A muy pronta edad, María sabía de música, de poesía y múltiples idiomas, entre e llos el latín. Además, era una entendida de las cien- cias de gobierno, por lo que el delfín de Francia solía pedirle consejo a su joven prometida y esposa a menudo. María dejaba de ser reina de Francia, por lo que se encontró volviendo a Es- cocia sola, y dispuesta a recuperar su país. María Estuardo se unió en matrimonio con Francisco de Valois el 25 de abril de 1558. Poco más de un año des- pués, el 10 de octubre de 1559, tres meses después de la muerte del monarca Enri- que II, Francisco fue nom- brado rey de Francia, subiendo al trono como Fran- cisco II. En ese momento, ambos eran reyes de Francia y Escocia, y podían recuperar Inglaterra, que se encontraba bajo el reinado de Isabel I (hija de Ana Bolena y Enrique VIII); pues María Estuardo re- clamaba el trono como legí- tima heredera de éste al ser descendiente de la hermana mayor de Enrique VIII. En la isla inglesa se enfrenta- ban protestantes contra cató- licos, siendo María Estuardo la representante del pueblo católico e Isabel su enemiga protestante. Sin embargo, las posibilidades de María para subir al trono inglés se vieron reducidas tras la muerte de su esposo, el 5 de diciembre de 1560, a la edad de dieciséis años, a causa de una otitis aguda que le produjo un abs- ceso. En ese momento, María dejaba de ser reina de Fran- cia; y no tenía amigos allí que pudieran ayudarla, por lo que se encontró volviendo a Esco- cia con dieciocho años, sola, y dispuesta a recuperar su país y hacerse cargo de él. La rivalidad entre Isabel y María no se reducía al mero hecho de ocupar un trono, sino que también estaban confrontadas por sus propias creencias, por su religión. La parte católica de la población, tanto escocesa como inglesa, apoyaba a María Estuardo y la veía como legítima here- dera del trono inglés; sin em- bargo, la facción protestante de ambos países apoyaba a Isabel; la cual no sentía más que rencor y envidia hacia la reina escocesa, más joven y más guapa que ella, que había sido capaz de casarse y que tenía intenciones de volver a hacerlo para propor- cionar un heredero a ambas coronas; hecho que sepulta- ría a Isabel como reina de In- glaterra, pues se la conocía como la reina virgen, por lo que era poco probable que diese descendencia para ocu- par el trono inglés tras su muerte. María tendría la oportuni- dad de enfrentarse a su verdadero enemigo: John Knox, sacerdote líder de la Reforma Protestante en Escocia. De esta manera, María Es- tuardo consiguió llegar a Es- cocia, burlando la seguridad naval inglesa, el 20 de agosto de 1561, atracando en el puerto de Edimburgo. A su lle- gada, comprobó cómo el pue- blo escocés había quedado totalmente dividido entre pro- testantes, alentados en se- creto por Isabel I de Inglaterra, y católicos, apoya- dos por Francia; todo ello por la necia gestión de su madre, María de Guisa, que había muerto el mismo año en que murió su querido Francisco. María era católica, pero no tenía ningún problema con el protestantismo, pues ella res- petaba que cada individuo tu- viese sus propias creencias. Además, su propio hermano Jacobo era protestante. Por otra parte, dado que lo que primaba para ella era Escocia y ningún reino más, decidió hacer las paces con su prima Isabel, indicando que no tendría más pretensiones al trono inglés a menos de que ella muriese sin descendencia; de tal ma- nera que cesaran las conspi- raciones y guerras entre ellas y sus países. Esta “paz” entre primas dio la oportunidad a María de cen- trarse en su verdadero ene- migo: John Knox. Knox era un sacerdote, líder de la Re- forma Protestante en Esco- cia, que no quería otra cosa que el derrocamiento de María Estuardo no sólo por ser católica, sino por ser mujer. Incitó al pueblo protes- tante escocés a acabar con todas las instituciones católi- cas del país, alegando: “des- truid los nidos y los cuervos huirán”. Tenía la osadía de hablar a la reina de Escocia, a la que supuestamente le debía sumisión, con más so- berbia de la que debería, conspirando constantemente contra ella. María Estuardo OUTLANDER MAGAZINE 25