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Septiembre de 2004 , ¡ya estábamos en 4º! … ¡hay que ver cómo pasa el tiempo, madre mía…! Llegan dos niñas nuevas a la clase –Melanie y Raquel- … ¡Qué bueno! –pensó la maestra-… por fin el número de niñas de la clase se veía incrementado, y no es que a mí no me gusten los niños… ¡es que mi clase parecía un equipo de fútbol masculino!... y las chicas estábamos en franca minoría… Sucedió lo que tenía que suceder… la clase volvió a responder de la misma manera. Una de las nuevas era como una castañuela, a pesar de su problema de diabetes, que todos aprendimos a valorar y a entender… La otra, por el contrario, era mucho más tímida, entraba por la clase casi sin hacer ruido, como si no se quisiera hacer notar… Recuerdo que se arrimaba a mí y me miraba con carita de miedo… la timidez le salía por todos los poros… pero poco a poco también se fue adaptando… En aquella época la clase estaba “abarrotada” … ¡éramos veinticuatro!... pero apenas se apreciaba, la autonomía en el trabajo siempre se hizo notar y el comportamiento era bueno, aunque a veces la clase tuviera que reunirse para poner algún castigo que otro… ¿Te acuerdas?... ¡dos meses sin recreo!... ¡no, dos meses sin recreo y uno sin educación física!... Casi nada, lo que costaba hacerte entrar en razón para que valoraras la dureza de esas decisiones… Al final siempre conseguía hacerte recapacitar y todo quedaba en mucho menos. Llegó el final del Segundo Ciclo y algunos de los nuestros nos tuvieron que abandonar: Melanie regresaba con su madre a Alicante y hubo que tomar una decisión dolorosa… había algunos compañeros y compañeras que nos tenían que dejar para repetir curso… Joel Manuel, Daniel Suárez y Noelia … No sé si podrás entender esto, pero te aseguro que cuando he tenido que suspender a estos compañeros sabiendo que debían quedarse en otra clase, no fue nada fácil para mí… Algunos pu