18 Miquel Soms
hasta que estemos seguros, pues no queremos llevarnos otra
sorpresa desagradable.
El ayudante se acercó a Oloc con unos papeles, que este contempló
con la mirada perdida. Apenas podía leer, porque tras
haber recobrado el conocimiento veía algo borroso, como si le
hubiesen echado un frasco de colirio en los ojos.
—Este era tu informe de alta, para que veas que se trataba
de algo que estábamos considerando seriamente… –dijo el
psiquiatra, cogiendo a la vez el papel y guardándoselo en un
bolsillo tras doblarlo con brusquedad.
Esa parte no se la habría imaginado Oloc ni en sus más bonitos
sueños. Llevaba ya tiempo ingresado, pero al ser un paciente
con un largo historial de insubordinaciones acabó siendo
introducido en el grupo de «resistentes al tratamiento» (RT).
Realmente pensaba que todavía le quedaría un tiempo allí
encerrado, sabía que los RT podían pasarse hasta dos años
ingresados antes de volver a la sociedad. ¿Quizá era una nueva
manera de enfocar la terapia y darle más incentivos para que él
siguiera progresando con el tratamiento?
Su psiquiatra se levantó y le tendió la mano, con la misma
sonrisa viperina de siempre. El ayudante, que se limitaba a obedecer
e imitar lo que hacía su jefa en todo momento, se acercó
y también le tendió la mano, intentando mostrar la misma
distancia, la misma frialdad y la misma condescendencia que
ella en sus ojos.
—Bien, Oloc, seguirás en observación durante un tiempo.
Te hemos reajustado la dosis, creemos que te empezarás a sentir
mejor en unos días… Dejaremos pasar una temporada para ver
cómo evolucionas, hasta decidir qué hacemos contigo… Ahora
todo depende de ti.
Al cerrarse la puerta, Oloc empezó a despertarse de verdad.
Estaba lleno de rabia, tenía ganas de saltar y gritar e incluso