amar más ni menos por lo que haces, así que puedes descansar en él. Jesús es un Padre Eterno a quien le importas. Él no está enojado. Él nunca abusará de ti. " Porque yo sé los planes que tengo para ti, dice el Señor. Planes de bienestar y no de calamidad. Los planes para darte esperanza y un futuro”. Jeremías 29:11
Cuando miramos a Jesús, nuestro Padre Eterno, a través de la lente de la Biblia, vemos a un Padre Eterno que siempre está contigo y nunca te abandona. Siempre. No importa si nunca vas a la iglesia otra vez. No importa si nunca lees la Biblia de nuevo. No importa si nunca oras de nuevo. No importa si haces cosas que deshonran a Dios. Él siempre está allí contigo y nunca te abandona. Y si no me crees, créele a Él, porque eso es lo que dice: " Nunca te dejaré ni te desampararé "( Hebreos 13:5). Este es Jesús hablándote a ti y a mí. Esta no es la opinión de un hombre. Este es tu Padre Eterno hablándote. La definición de nunca es NUNCA.
Cuando miramos a Jesús, nuestro Padre Eterno, a través de la lente de la Biblia, vemos a un Padre Eterno que siempre está contigo y nunca te abandona.
Adoptados como sus hijos
Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: "¡ Abba, Padre!" El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con Él.( Romanos 8:15-17)
Somos adoptados y como hijos adoptivos de Dios, somos herederos. El Espíritu de Dios nos impulsa a llamar a Dios Abba, la palabra aramea íntima para papá. No sólo eso, el Espíritu nos da una seguridad interna que Dios es en verdad nuestro Abba.
La Adopción antes y ahora. Una nueva identidad.
En 1984, el profesor de derecho escocés Francis Lyall publicó un excelente estudio de las metáforas jurídicas en las Epístolas(“ Esclavos, ciudadanos, hijos”, Zondervan). Lyall muestra que la ley romana de adopción, no la judía ni la griega, estaba en el corazón de esta enseñanza. No había ninguna ley de adopción judía, porque cuando un hombre moría sin descendencia masculina para continuar su línea, a su pariente masculino más cercano se le mandaba dormir con su viuda y producir un heredero. El derecho romano, por el contrario, permitía a un hombre crear un heredero de fuera de su familia. La razón de la adopción legal no era por el bien del niño, escribe Lyall. Los niños siempre eran ayudados, pero la adopción era para preservar la familia. La familia romana era una unidad de culto, y se necesitaba un sacerdote varón a la cabeza para ofrecer sus oraciones y sacrificios a los dioses familiares. Las familias que adoran eran los componentes básicos de la sociedad romana. En la adopción, el adoptado adquiría una nueva identidad. Sus antiguas obligaciones y deudas eran eliminadas, y se asumían
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