Por Rubén Ramírez Monteclaro
E
l hecho histórico más grande
de la historia sin duda lo constituye la crucifixión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo;
aunado a su resurrección, su trascendencia es cósmica y es la verdad de todo.
Dios ha inspirado a muchos artistas a
representar, por medio del arte, ese
momento universal por lo que estamos acostumbrados a ver a un hombre ensangrentado muerto en un
madero, no sin subrayar el hecho de
que Dios nos declara que un hombre
así es maldito. “Pero Cristo nos ha
rescatado de la maldición dictada en
la ley. Cuando fue colgado en la cruz,
cargó sobre sí la maldición de nuestras fechorías. Pues está escrito:
«Maldito todo el que es colgado en
un madero». (Gálatas 13, citando
Odisea Cristiana | Noviembre 2016
Deuteronomio 21:23).
Ahora, con la revelación de Dios
mismo, entendemos que tenía que
ser así, porque el pecado trajo maldición a la obra perfecta de Dios, convirtiéndola en tinieblas, maldad e inseguridad para esta vida. Por tanto,
en Jesús, Dios redimió, purificó, santificó lo que estaba dañado por el pecado y la muerte.
Como Dios es Padre, Hijo y Espíritu
Santo y es eterno; cuando planeó su
encarnación en Jesús, sabía muy bien
lo que hacía; Él mismo creó a la humanidad con toda su potencialidad y
sabía las consecuencias del pecado,
sabía cómo el pecado y la muerte
transformaron al hombre. Por tanto,
el amor motivó a Dios llevar a cabo la
redención y la transformación del
daño causado por el pecado, hasta
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