mismo, las tinieblas físicas nos producen temor, terror y frío; lo que se traduce muchas veces en el famoso castañero( crujir) de los dientes. Sin Dios hay miedo y temor en nuestra mente y corazón.( Mateo 8:12). Ignoramos que el amor de Dios echa fuera todo el temor, miedo y desesperanza.
2. Al hablar de la muerte espiritual, se está hablando de un gran abismo( Lucas 16:26). El abismo que existe por el pecado y su consecuencia: la muerte; la separación de Dios. Hay un gran abismo entre las tinieblas y la luz; entre la soledad y la relación. Y pensar que con sólo aceptar la redención que ya es nuestra, dejando de rechazarla, habremos eliminado ese abismo. Esta Escritura nos revela otro aspecto de la muerte espiritual. Dios es amor y sólo sabe amar a quienes con tanto amor engendró desde antes de“ En el principio”.( Génesis 1:1). Este abismo se da en el terreno mental y espiritual, porque Dios sigue aquí abrazándonos y amándonos, sin restricciones.
3. La muerte anunciada a Adán si desobedecía y comía del fruto prohibido, se tradujo en tinieblas, oscuridad, no se puede ver nada( 1 Juan 1:6). No se puede ver nada espiritualmente, porque los ojos físicos de Adán seguían admirando la creación.
Todo el que vive separado de Dios quien es la luz verdadera, vive en tinieblas. Las tinieblas no nos dejan ver lo verdadero, andamos a tientas, sin saber dónde estamos, espiritualmente; este es el estado de muerte
que Dios nos anunció a Adán, como resultado de no confiar( fe y creer) en Dios y en su Palabra.
Esta es la verdadera muerte. No es el fin de la vida, ni espiritual, ni física, porque Dios nos ha prometido un cuerpo glorioso, como el de Cristo. Entonces llegará el día en que volvamos a ser cuerpo, alma y espíritu, pero eternos, como Cristo es: eternamente humano y eternamente Dios.
Dios no puede darnos muerte porque Él sólo es VIDA. Nos ha dado su propia vida ETERNA.
Pero si no queremos la luz, viviremos a oscuras, sin darnos cuenta de que los brazos amorosos de nuestro Padre nos siguen cargando, con los ojos llenos de lágrimas por la tristeza de ver sus hijos siguen otros derroteros.
No despreciemos este don porque es dado por amor.
Vivamos en la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; quienes son vida y eternos, en un solo ser.
Anunciemos a todo el mundo esta gloriosa verdad para que todos lleguemos a disfrutar de la relación que nos es dada en Cristo. En Cristo, la muerte no existe, porque Él es la luz y la vida.
Él es la luz verdadera que destruye las tinieblas( Mateo 4:16)( 1 Juan 2:8) Y nosotros en Cristo, solos esa luz verdadera que alumbra a la creación. †
Rubén Ramírez Monteclaro es Pastor Regional de la Comunión de Gracia Internacional en Veracruz, México.
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