"Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados"
(Mateo 1:21).
N
ecesitamos
desesperadamente un Salvador, ¿verdad?
Una carta de un prisionero en
Wisconsin. El mayor de cinco hijos,
procedía de una familia monoparental. Buscando autoestima y aceptación, se unió a una pandilla cuando
era joven. Cuando dejó la escuela en
el noveno grado, no podía leer ni escribir. Se metió en serios problemas
cuando tenía 17 años. Fue arrestado,
juzgado y condenado por homicidio
en primer grado. Condenado a cadena perpetua, lleva 19 años en prisión.
Este es su comentario: "Muchos habían renunciado a mí, ¡pero Dios
nunca lo hizo! Me dijeron que nunca
llegaría a nada pero Dios dice lo contrario. Me dijeron que encontraría la
muerte en la cárcel, pero en vez de
eso encontré la vida eterna".
Los investigadores descubrieron recientemente ADN y otra evidencia de
huellas dactilares que evidentemente demuestra que él no cometió
el crimen. Pronto podrá ser completamente exonerado y puesto en libertad. ¿Cómo se siente acerca de
sus 19 años tras las rejas?
He sido tan abrumado por la gracia y
la misericordia de Cristo, me ha dado
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una paz maravillosa que sobrepasa
todo entendimiento. Estoy absolutamente convencido de que si no hubiera llegado a la cárcel, mi vida habría sido completamente devastada
más allá de toda reparación. Han pasado ya 19 años de encarcelamiento
y estos años han sido los años más
refrescantes y esclarecedores de mi
vida; estoy verdaderamente bendecido más allá de las palabras.
Sólo la gracia de Dios permite al
hombre hablar así. Por eso vino
Cristo: ser un Salvador para todos los
que se vuelven a él.
Él es el Salvador, él es el Señor, y él
es el Cristo, el enviado de Dios. Este
es el corazón de la Navidad. Dios nos
amó lo suficiente como para enviar a
su Hijo.
Piense en ello de esta manera: Él no
envió un comité. No escribió un libro.
No envió un sustituto.
Cuando Dios se preparó para salvar
al mundo, envió lo mejor que tenía:
su único Hijo. Y al enviar a Jesús, él se
estaba enviando a sí mismo. Esta es
la estupenda verdad de la Navidad Emanuel- Dios con nosotros.
¡Jesús, mi Salvador y Señor, te hago
mío para siempre! Amén.
Comunión de Gracia Internacional | comuniondegracia.org