Odisea Cristiana Diciembre 2016 | Page 29

"El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1:14). M e encanta la forma en que Eugene Peterson parafrasea la primera parte de Juan 1:14, "El Verbo se hizo carne y sangre, y se trasladó al vecindario". Durante 33 años Dios se mudó a nuestra vecindad, o como dirían algunos, vivía en el "barrio". La NIV dice que él "hizo su morada entre nosotros". Algunas traducciones dicen que él "puso su tienda entre nosotros". Eso es realmente muy preciso porque la palabra griega para "hizo su morada" literalmente significa poner una carpa. Es la misma palabra usada para el Tabernáculo en el Antiguo Testamento, que era una tienda donde la gloria de Dios habitaba en los días antes de que el Templo fuera edificado en Jerusalén. A veces el Tabernáculo era llamado "Carpa del Encuentro" (Éxodo 33: 7) porque era el lugar de reunión divinamente designado entre Dios y el hombre. De la misma manera, pero en un sentido mucho más profundo, Jesús es el lugar donde nos encontramos con Dios hoy. En la Biblia tres tipos de personas vivían en tiendas de campaña: pastores, peregrinos y soldados. Vivían en Odisea Cristiana | Diciembre 2016 tiendas de campaña porque nunca se quedaban en un lugar por mucho tiempo. Jesús vino a vivir en la "tienda" de su humanidad durante 33 años. Él también era un pastor, un extranjero y un soldado. Él vino a ser el Buen Pastor, vino como un visitante del cielo, y vino como el Capitán de nuestra Salvación para derrotar al diablo de una vez por todas. Piensa en esto por un momento. La poderosidad de Dios se mueve en un brazo humano. El amor de Dios ahora late en un corazón humano. La sabiduría de Dios ahora habla de labios humanos. La misericordia de Dios se extendió desde manos humanas. Dios siempre fue un Dios de amor, pero cuando Cristo vino a la tierra, el amor fue envuelto en carne humana. No era invisible ni obscuro. Cuando miras a Jesús, ves el rostro de Dios. Señor Jesús, gracias por mudarte a nuestro vecindario. Si te hubieras quedado en el cielo, nunca te habríamos conocido. ¡Eres bienvenido en mi corazón y mi casa hoy! Amén. 29