Odisea Cristiana Diciembre 2016 | Page 25

S "No se avergüenza de llamarlos hermanos" (Hebreos 2:11). upongamos que un hombre salió una noche y miró las estrellas. ¿Podría él saber que hay un Dios? Si fue al Gran Cañón y vio su incomparable belleza y luego viajó a Yosemite y vio su esplendor, si visitó las poderosas Cataratas del Niágara, ¿podría estar seguro de que hay un Dios? La respuesta es sí. Si un hombre o mujer mira la naturaleza y ve el intrincado diseño y el patrón de la creación, podría saber con certeza que esto no sucedió por casualidad. Por un estudio cuidadoso, un hombre podría concluir que debe haber un Dios. ¿Cuánto podría saber sobre Dios simplemente estudiando la naturaleza? Él sabría acerca de su sabiduría, poder y capacidad creativa infinita. Pero ningún hombre podría descubrir el amor de Dios simplemente estudiando el escarabajo bombardero o analizando el antílope. Nunca sabría si Dios se preocupa por él. Odisea Cristiana | Diciembre 2016 Un Dios de las estrellas, la luna y el sol sería grande y poderoso, pero nunca sería personal. Eso explica por qué Jesús vino a la tierra. Debido a que compartimos una humanidad común con Jesús, no se avergüenza de llamarnos hermanos. Dios descendió a donde vivimos y se convirtió en uno de nosotros. No gritó "Te amo", y no nos envió una carta que no podíamos leer. Él tomó nuestra naturaleza, nació tal como nacemos, vivió como vivimos y murió como morimos. Cuando Él dice: "Te amo", lo entendemos porque en Jesucristo Dios se ha hecho uno de nosotros. Señor Jesús, no dudaste en rebajarte para que pudieras ser nuestro verdadero Hermano. Gracias por hacer el largo viaje para que un día cuando nuestro viaje haya terminado, nos veamos cara a cara. Amén. 25