"Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico,
sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su
pobreza ustedes llegaran a ser ricos" (2 Corintios 8: 9).
A
unque era rico en la eternidad, Jesús se hizo pobre en
el tiempo. Dejó el cielo para
vivir en un remoto pueblo en una
provincia olvidada, para unirse a una
raza despreciada. Vino a nacer de
una campesina adolescente común,
en un establo, envuelto en harapos,
colocado en un comedero en lugar
de una cuna.
Esto es lo que todos sabemos. Pero
note el verbo: Él se hizo pobre. No,
fue hecho pobre. Eso es lo que nos
pasa a nosotros. Somos hechos pobres por las circunstancias. Pero por
su propia voluntad, Jesús se hizo pobre. Eso es algo que nosotros no haríamos. Él voluntariamente entregó
las riquezas del cielo por la pobreza
de la tierra. El que fue más rico que
ningún hombre, vino libremente y se
hizo más pobre de lo que cualquier
hombre ha sido. Entendemos las riquezas. Y entendemos la pobreza.
Pero elegir la pobreza está más allá
de nosotros y es algo que nunca haríamos. Pero ese es el corazón del
evangelio. La persona más rica del
universo, por voluntad propia, se
hizo más pobre que los pobres.
Los teólogos también tienen una palabra para esto. Lo llaman: la encarnación. La idea viene de Juan 1:14
que dice: "El Verbo se hizo carne y
12
habitó entre nosotros". La frase "se
hizo carne" tiene la idea de Dios envolviéndose en carne humana. Dios
mismo bajó y entró en la raza humana. Se hizo pobre como nosotros
para que siempre lo escucháramos
diciendo: "Te amo". Nosotros no lo
habríamos hecho así.
A nosotros nos habría gustado programar una conferencia de prensa,
llamar a las estaciones de televisión,
contratar a un agente de prensa, hacer un desfile, llamar a los dignatarios, vender entradas, y hacer un
gran negocio para que todo el
mundo pudiera escucharnos decir:
“Te amo”.
Pero ese no es el camino de Dios. Lee
el Nuevo Testamento nuevamente.
En lugar de fotos y videos, hay un padre asustado, una madre agotada, un
establo, ropa de pañales, y un comedero. Allí está, ignorado por los grandes y poderosos, Dios envuelto en
harapos. Emmanuel, Dios con nosotros. Sólo Dios lo habría hecho así.
¡Qué Dios tan maravilloso eres! Llegaste hasta el fondo porque ahí es
donde estábamos nosotros. Ahora
estamos mejor que el hombre más
rico del mundo porque te conocemos. ¡Qué bueno que viniste a hacerte pobre! Amén.
Comunión de Gracia Internacional | comuniondegracia.org