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campanilla: ar tis ta invitado CONTRA Y RECONTRA EDUARDO ABAROA EL FILÓSOFO Y GESTOR JAVIER  CÁRDENAS TRAVIZÓN COMIENZA SU RECIENTE LIBRO CONTRA EL ARTE, (TUMBONA EDITORES), CON UNA ORACIÓN QUE QUIERE SER DEMOLEDORA: “EL ARTE ES UN TERRITORIO PRIVILEGIADO DE LA CULTURA CUYA IMPORTANCIA SOCIAL POCAS VECES SE CUESTIONA.” ES POSIBLE DESCARTAR ESTA SENTENCIA FÁCILMENTE AL CONSTATAR QUE EN REALIDAD SUCEDE LO CONTRARIO. Cientos, quizá miles de clases, simposios, mesas redondas, coloquios, tertulias se organizan cada año en el mundo preguntándose sobre la viabilidad del arte, sobre sus condiciones de producción,  su sustentabilidad, etc.  Y esto sería solamente la evidencia inmediata, ya que es innegable que buena parte de la trayectoria del arte, al menos desde del s. XX en la tradición occidental, está dedicada la reflexión crítica acerca del arte, su viabilidad, su lugar en una sociedad revolucionaria, o en una sociedad capitalista, etc. La extensión de este espíritu crítico vanguardista puede verse hoy en artistas contemporáneos de muchas latitudes y generaciones. Hans Haacke, Andrea Frazer o más recientemente Hyto Steyerl, cuya obra está exhibida actualmente en el MUAC, son los ejemplos más obvios que me vienen a la mente. Prevalece, incluso en los medios más conservadores, una cierta mala fé del arte consigo mismo, a pesar de los gran- des eventos, del triunfalismo acrítico de los museos faraónicos y de los esporádicos artistas millonarios que parecen ser la obsesión de demasiadas personas. Más allá de esto es preocupante la noción, esgrimida por teóricos como Boris Groys, de que el arte contemporáneo es sólo aquello que se exhibe en el museo precisamente para hacer este cuestionamiento acerca de la paradoja que significa el arte hoy en día. Una reseña o refutación más puntual de las ideas de  Cárdenas queda pendiente. Baste rechazar, por ahora, la premisa principal de su libro: “El arte contemporáneo en su acepción más amplia, es una forma de organizar la producción y las políticas de una zona de la creatividad y la percepción, en función de una actividad mercantil, y a través de una serie de estamentos  y rituales institucionales de significación”. Se pueden dar pruebas de que el lugar del arte puede ser distinto a esos museos, incluso si en general uno defiende la validez y la necesidad de los mismos. Cárdenas ha dedicado gran parte de su actividad a encontrar espacios alternativos de interacción cultural con resultados variados muy relevantes, pero su diagnóstico sobre las instituciones artísticas adolece de una miopía decepcionante que se engalana de revelar a todo mundo que no existe santaclós. Pero lo que realmente hace es condenar al arte, como si fuera una entidad monólítica en el 7