nº 1 -Boletín Oficial FEDDF 2 - BOLETIN FEDDF ABRIL 2015 | Page 26
BOLETÍN ELECTRÓNICO “ FEDDF: PASIÓN POR EL DEPORTE”
ocasiones; y siempre debido a la coincidencia con
alguna persona conocida con la que charlar un
rato, tranquilamente sentados en alguna de las
toscas y viejas mesas de madera del bar. Eso sí,
charlas acompañadas de un elevado nivel de ruido
provocado por las voces altas, las fichas del domi-
nó en su arrastre o, por el sonido de la televisión
del local.
En Valderas todo el mundo le conocía como el
artista. Sus ingresos derivaban de su gran destre-
za en la confección de figuras de madera. Ador-
nos, utensilios, objetos diversos y, en un alto por-
centaje, cucharones, espátulas y cubiertos de ma-
dera.
Su tía Herminia era una mu-
jer hermosa a sus cincuenta
y seis años. Señora de corte
ancho y de estatura conside-
rable, rebosaba salud por su
aspecto y los trazos de su
cara. Sus mejillas blancas
teñidas de colorete natural le
daban un aspecto espléndi-
do. Desprendía salud y ener-
gía. Herminia fue la sempi-
terna codiciada mujer del
pueblo. Aún así permanecía
soltera. Se rumoreaba que a
los veinte años sufrió un gra-
ve desengaño amoroso del
que no se repuso nunca.
Sus vecinos los descono-
cían, ya que ese episodio de
su vida sucedió, en todo ca-
so, en su estancia en Italia
junto a su hermana. Ambas
fueron enviadas por su pa-
dre a estudiar. Su hermana se casó muy pronto
con un estudiante napolitano y fruto del matrimo-
nio nació Pietro. Herminia terminó justo sus estu-
dios de Humanidades cuando recibió la terrible
noticia de la muerte de su padre. Y regresó a su
pueblo. Convivió con su difunta madre hasta su
fallecimiento. Pietro apenas conoció a su abuela,
puesto que traspasó al cabo de dos años aproxi-
madamente desde su llegada a Valderas. En con-
tadas ocasiones, desde su vuelta, Herminia aban-
donó su casa.
Capítulo Tercero.
Pietro llegó a su casa y llamó casi con un grito gu-
tural a Herminia.
Pietro- ¡Tía!. Ya he vuelto de correos. ¿Quieres
verlo?
Herminia- Por supuesto. Aguarda un momento
que estoy ahí en un santiamén.
Cuando se acercó Herminia, Pietro procedió a
abrir el paquete. Más que abrir destrozó el envol-
torio. Pronto observaba entre sus manos una pe-
queña estatuilla esculpida en madera, que repre-
sentaba la desnudez de una mujer embarazada.
Pietro- ¿Es ésta, tía?
Herminia- En efecto, Pietro. Esta es la estatuilla
que esculpió tu madre cuando estaba embarazada
de ti. La verdad, no creí que la lograras recuperar.
Pietro se tendió en la cama alzando la estatuilla en
sus brazos y observándola detenidamente. Sin
darse cuenta unos lagrimones resbalaban por sus
mejillas. Su imaginación le trasladó la imagen de
su madre trabajando una madera, hasta obtener la
pequeña efigie.
El timbré de la casa le devolvió de nuevo a la reali-
dad. ¡Vaya, qué fastidio!, pensó.
¿Quién era llamando intensamente y aporreando
el timbre de la casa?
Pues ni más ni menos que Fabián. Abrió la puerta
y lo atendió allí mismo.
Pietro- Hola Fabián. ¿Qué se te ofrece?
Fabián- Pues nada Pietro. Que me he confundido
con el cambio. Aquí tienes un euro. El cambio era
de once euros con veintiocho céntimos. Te había
devuelto un euro de menos. Por cierto, ¿has abier-
to ya el paquete?
Pietro recogió el euro de la mano de Fabián y en-
tró en casa. Pensó rápidamente que no era de su
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