nº 1 -Boletín Oficial FEDDF 12 - BOLETIN FEDDF octubre17 | Page 26

BOLETÍN ELECTRÓNICO “FEDDF” PASIÓN POR EL DEPORTE que las persigue. Incluso a la mar se le rizan las olas ante eso que va a venir. Da miedo. Me da miedo. Además, la gente recoge todo. -¡Venga vamos, vamos que viene galerna! Pronto, todo eso pasó, entonces sí que me vi desnudo ante esta vida que diferencia, margina, obstaculiza… que te lo pone muy difícil, no para vivir, sino para sobrevivir. Bueno… tampoco me puedo quejar. Apareció Marta, encontré un trabajo y vivo. Vivo como casi todos y quizá como a casi todos, estos días tontos me desnudan. Me tapan con un man- to oscuro y la vida me parece vacía. Acabada. No tiene senti- do. La puerta del ascensor siempre me cuesta. Es pesada y retirar la silla abriéndola, es una maniobra que estos días de manto oscuro, parece imposible. Y ese miedo me ha marcado siempre. Ese miedo a lo descono- cido, a lo imprevisto, a lo nuevo, al cambio. Y nunca he visto a esa amenazadora dama. La galerna. He sentido su viento, la oscuridad por las nubes, sus mayores o menores destrozos, pero nunca la he visto. Y quizá sea eso lo que tanto pánico me produce. Esperar lo que no llega, pero sabes que va a llegar. De la enfermedad que me dejó las piernas flacas, solo recuer- do o mejor siento, el miedo que me produjeron las pesadillas, las alucinaciones por la alta fiebre. Pues es esa la sensación que revivo. Como empujado por un impulso primitivo e inconsciente, sin apenas enterarme, estoy mirando la mar. Estoy frente a ti. Y es que hoy es un día de esos. Necesito hablar contigo. Necesi- to que me des tu opinión. Tú siempre sincera, aunque duela. Una vez más. Sin piedad. Sin misericordia. Pero con ese fuerte abrazo con el que me zarandeas y con el que me acoges. Quiero nadar entre tus olas, volver a sentir la libertad que mis brazadas encontraban entre tus brazos. -¡Espera que te ayudo! Es el vecino. Una persona joven, amable y cordial. Él también es deportista y nos gusta comentar nuestras experiencias. En realidad, creo que es porque siempre expresa su admiración por lo que hago y he hecho y eso me halaga. Baja conmigo y hablamos del tiempo y de la cantidad de gente que viene los fines de semana. A él la playa no le gusta. Nos despedimos enseguida, no tengo ganas de hablar. El manto oscuro es im- pertinente y hasta mal educado. Si tienes razón… Ya está. Nadie puede pedirme más porque ya no queda nada. No sé si lo he hecho bien o mal. Supongo que de todo habrá. Pero ya se acabó. Solo tengo que empujar las ruedas. Una sola vez más. Es sufi- ciente. He empezado a mover las ruedas con toda mi fuerza y no sé por qué. Ni tan siquiera sé a dónde voy. Hasta la luz es distin- ta, me deslumbra. Hace mucho calor y ya estoy empapado. Me quito las gafas, se llenan de sudor y no veo nada. Sin ellas todo es borroso, los límites de todo se difuminan, se mezclan árboles y hierba, cielo y casas, sobre todo las blancas, porque con este calor, está esa sedosa niebla. Siempre me ha dado un poco de miedo. Amenaza cambios bruscos. Vientos de galerna. Nubes invadiendo a la carrera el cielo de la playa, como desesperadas huyendo del monstruo 26