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Dado que este estudio es muy preliminar, apunta Guillermo García Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), "habrá que ver en futuras investigaciones si este hábito puede marcar de por vida". Sin duda, agrega, "existen otros muchos condicionantes a lo largo de la vida que también mejoran el desarrollo cerebral". Lo cierto es que hasta el momento, "lo que más se ha estudiado durante los nueve meses de embarazo son los efectos de la música, la dieta y las terapias de relajación en el cerebro del bebé y, aunque los resultados han sido positivos, no son tan marcados como los de este estudio".
"Confiamos en que este tipo de trabajos orientarán las intervenciones de salud pública y la investigación sobre la plasticidad del cerebro. Es importante que las mujeres cambien sus hábitos, teniendo en cuenta que el simple hecho de hacer ejercicio durante el embarazo marcará una diferencia en sus hijos", agregan los autores.
Para verificarlo, inició este nuevo trabajo, que se centraba en el segundo trimestre del embarazo. De forma aleatoria, se formaron dos grupos con las gestantes: uno sedentario (con ocho recién nacidos) y otro activo (formado por 10 bebés), en el que tenían que practicar ejercicio de intensidad moderada durante 20 minutos tres días a la semana.
Después, se evaluó la actividad cerebral de los recién nacidos entre su octavo día de vida y el duodécimo, mediante una exploración neurofisiológica, la electroencefalografía, que graba la actividad eléctrica del cerebro (en reposo, vigilia o sueño). "Utilizamos 124 electrodos colocados en la cabeza del bebé y esperamos a que el niño se quedara dormido en el regazo de su madre. A continuación, medimos la memoria auditiva a través de la respuesta inconsciente del cerebro a los nuevos sonidos", explica otro de los investigadores, Élise Labonté-LeMoyne.
Los resultados, concluye, "demuestran que los bebés nacidos de las madres que eran físicamente activas tenían una activación cerebral más madura, lo que sugiere que sus cerebros desarrollaron más rápidamente". El siguiente paso, en el que de hecho ya están trabajando los autores, consiste en evaluar la evolución cognitiva, motora y del lenguaje de los niños más adelante, cuando tienen un año, para confirmar que las diferencias se mantienen.