De ahí que el modelo surja como una alternativa para la prevención de la violencia, el fomento del aprendizaje social y el desarrollo de “competencias para la vida”. En el caso de las escuelas de Estiria, la materia no se considerará como materia sujeta a evaluación, a diferencia de la escuela en Heidelberg, sino como “materia de vida”. Ésta se imparte una vez a la semana durante el ciclo escolar anual, resultando en 36 horas de clase repartidas en seis módulos: el primer módulo “alegría por la vida- el bienestar del alma” está dedicado a fomentar el optimismo y la alegría por vivir; en el segundo “la alegría por el propio desempeño”, el alumno reconoce su capacidad de acción y los efectos positivos del esfuerzo y dedicación; en el tercero denominado “el yo y la responsabilidad social”, el estudiante fomenta la empatía con sus compañeros y el trabajo en equipo; el cuarto módulo está dedicado a la “orientación del movimiento” como una forma para canalizar la agresión; el cuarto aborda la “nutrición” como influjo para el buen desempeño de las habilidades; el último módulo está dedicado al “cuerpo cuerpo como medio de expresión” donde se toman elementos de la pedagogía teatral para fomentar la fantasía y la creatividad de los estudiantes.
La asignatura “la felicidad hace la escuela” se autodefine como una ayuda en la orientación práctica para la vida de los estudiantes y tiene como principio reforzar lo positivo en lugar de simplemente hacer a un lado lo negativo. No sólo a través de elementos cognitivos sino más decisivamente a través de aspectos de orientación práctica, tales como los elementos emocionales y corporales, la materia escolar en cuestión pretende fomentar la responsabilidad social de los estudiantes con sus compañeros, por medio del autoconocimiento de sí mismo y el autocontrol.