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RECOPILACIÓN DE LEYENDAS 6º B LAS BRUJAS DE TRASMOZ Se trata de la última de las famosas historias de brujas de Trasmoz, la jovencísima Gorgona. En sus sueños se le aparece con una calavera de cristal, del tamaño de un puño, pendiendo de una cadena negra que utilizaba como colgante. A esta dinastía de brujas ya había dedicado tres de las nueve narraciones que componían la obra de Bécquer. Durante uno de sus paseos por el bosque cercano al monasterio de Veruela, Gustavo A. Bécquer siente que es perseguido. Huye. Al salir del bosque, se encuentra con una aldea abandonada. Su esperanza de encontrar ayuda se desvanece. Su perseguidor cada vez está más cerca y Bécquer se esconde en el camposanto, pues la verja estaba abierta. En un charco encuentra una calavera de cristal, la misma que aparecía en sus pesadillas y que había pintado su hermano pintor Valeriano. La calavera se enciende en sus manos. Ante los ojos del escritor surge un torbellino alucinatorio, de tal forma que asiste a un desfile onírico de seres desconocidos. Entre ellos está un joven, que deduce que será un descendiente suyo. La alucinación desaparece cuando la adolescente Gorgona le quita de las manos la calavera. Bécquer logra escapar, pero un frío interior lo acompaña durante los pocos días que le restan de vida. El frío, de raíces más hondas que un constipado, lo acompañó hasta su muerte. Su íntimo amigo Ramón Rodríguez Correa dejó escrito que Gustavo A. Bécquer, unos segundos antes de espirar en la cama, pronunció unas enigmáticas palabras: “Todo mortal”. Emma Barriendo EL PUENTE DEL DIABLO Había un granjero que vivía en una choza cerca del río, ya que su familia era de pocos recursos. Pero por suerte tenía una amplia zona de tierra en la que cultivaba sus alimentos. Un día la tierra ya no producía y decidió ir al otro lado del río. Tuvo que enfrentarse a una fuerte corriente, a unas aguas profundas que por poco le cuestan la vida. Cuando por fin llegó, comenzó a investigar. Por suerte encontró un terreno en el que comenzó a sembrar. Día tras día, el granjero cruzaba el río para sembrar y recoger sus frutos. Cuando pasaron varios días, el granjero ya estaba cansado de cruzar las aguas del río, se paró a la orilla y dijo: “Ojalá alguien se atreva a construir un puente, pagaría hasta con mi alma si eso sucediera”. En ese instante, de la nada, apareció un hombre que le dijo al granjero: “He escuchado tu llamada y estoy dispuesto a construir el puente que tanto quieres, pero con una condición: si lo termino antes del amanecer tu alma será mía”. El granjero aceptó y preocupado se lo contó a su esposa. Ella al enterarse no sabía si creérselo o no, así que lo vigiló. El hombre al instante empezó a construir el puente. Antes de que este acabara de construirlo, la mujer del granjero llamó a toda su familia para que hicieran sus actividades diarias. En un abrir y cerrar de ojos el hombre desapareció y desde entonces dicen que el hombre era el diablo, ya que ese puente no lo logró acabar ningún humano. Paula Serna, Julia Dobre Otra variante de esta misma leyenda cuenta la historia de una anciana que cada día debía pasar el río para ir a buscar agua a la fuente que había en la otra orilla. Ella era muy mayor y no estaba para esos trotes. Saltar de piedra en piedra, mojándose los pies ya le había traído más de un disgusto. Una mañana, cuando estaba junto a la orilla, a punto de cruzar el río, se le apareció el Diablo, que era un negociante de mucho cuidado. ---- ¿Qué hace usted pasando el río de esta manera? Con mi gran poder, ¡haré que no tenga que cruzarlo nunca más! ---- ¿Cómo? – preguntó la anciana sorprendida. ---- Dame una noche, y te construiré el puente más bonito que jamás hayas visto. ---- ¿Seguro? – preguntó ella. ---- ¿Acaso dudas de mi palabra? Me conformo con quedarme con el alma del primero que cruce el puente. La viejecita cansada de tener que cruzar el río cada día aceptó el trato. El Diablo, escondido tras el arco del puente en la otra orilla, esperó a que