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Jesús Martínez
París y Santo Domingo. Caras angulosas, ásperas, vitriólicas,
inducidas, congestionadas por el esfuerzo. Podríamos escribir
Amazon en lugar de Glovo, porque para la sociedad de consu-
mo tanto da: se trata de un modelo devorador, cainita, que no
construye, sino que arrolla, apisonadoras para las que no hay
más ley que la ley de la jungla. El débil, fuera; el que acumula
faltas, fuera; el que se retrasa, a la puta calle.
En Un hombre con buena suerte. Memorias apasionadas de
un reportero, de Mariano Guindal, el economista Lorenzo Ber-
naldo de Quirós afirma: «El libre mercado, que es la fuente
de la riqueza, no puede funcionar a pleno rendimiento por la
elevada intervención pública en la economía. Para anular esos
frenos es necesario engrasar la maquinaria».
Por eso, la sociedad líquida de los Glovo («Lo que sea en
Barcelona, entrega en unos minutos»), Take eat easy («Coming
soon»), Deliveroo («La comida de tus restaurantes favoritos a
domicilio»), Just Eat («Pide lo que te pida el cuerpo aún más
rápido»), Uber Eats («La forma rápida de servir tus platos a los
clientes»), Stuart Delivery («Acelera tu negocio con envíos in-
mediatos»), Shargo («Gana dinero»), Amazon («We pioneer»),
Seamless («Food delivery from restaurants near you»), GrubHub
(«Restaurant takeout»), Caviar («Get food you want»), DoorDash
(«Buenos productos en tu puerta») y Postmates («Food delivery,
groceries, alcohol»), entre otros, es una sociedad de aluminosis.
Se hundirá cuando se agoten las pepitas de oro.