Naruto
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A mediados de los años cincuenta, la familia se trasladó al
piso segundo del bloque A del Turó de la Peira, en la calle
Montsant, 31, en el Distrito Noveno (Nou Barris, «el más des-
asistido»), en una de las cuatro mil viviendas que se hicieron
deprisa y corriendo.
La madre, portera, padecía las humedades que acechaban
esas paredes de risa.
«Siendo críos, veíamos cómo se levantaban delante de no-
sotros bloques de cinco plantas. Recuerdo ver el tejar a toda
máquina. Ya entonces se oían rumores: que si se caían las es-
caleras una vez construidas, y esas cosas», recoge el eco de su
infancia este hombre de la resistencia urbana (marca PSUC).
No es ninguna tontería el apelativo del PSUC: «¿Quieres que
te cuente la anécdota? Tenía ocho años cuando mataron
delante de mí al militante libertario Josep Lluís Facerías, el
maquis más buscado después de Quico Sabaté. Era el 30 de
agosto de 1957, pasadas las diez de la mañana. Estaba con mi
amigo Julián buscando caracoles, cerca del manicomio y del
hospital de leprosos. Bajamos un montículo y en el descam-
pado oímos el ratatatá. No sabíamos que ese ruido era el de
una metralleta. Vimos a un hombre correr. Saltó un muro.
Iba empapado en sangre. Nosotros nos acercamos. Él nos
miró. Manipulaba una bomba de mano, que no llegó a tirar,
quiero creer que porque estábamos allí. Yo tenía ocho años».
A partir de ahí, y años más tarde, Pepe buscó a los clandesti-
nos «y empezó la lucha social en los barrios».
Estudió Derecho en la Universitat de Barcelona («afán de
querer saber»).
De 1977 a 1982 presidió la asociación de vecinos Turó de la
Peira-Vilapicina-Ramon Albó, que agrupaba a unos mil y pico
socios de una parroquia con más de quince mil almas delgadas
y lisas.