Caso 721
Se alejaron del ambiente, demostrando incomodidad; dos individuos caracterizados por el sentimiento misántropo más grande de todos, caminando hacia el lugar donde las almas llegan para no volver.
Mientras el pequeño niño se encontraba durmiendo en su habitación alrededor de las 10:00 pm, sus padres se encargaban de hablarle a la niñera sobre cómo cuidar a su hijo hasta que volvieran de la fiesta esa noche.
La niñera, como cualquier otra joven ansiosa, se paseaba por toda la casa buscando distracción: llamaba a sus amigos, charlaba un rato, iba por comida y lo convirtió en rutina. El niño era bastante quieto y reservado, por lo que nunca, en toda la noche, se había despertado – o así parecía-. Se hacía la 1:00 am y la niñera aún seguía despierta en la planta baja de la edificación, acostada en un mueble, del cual, a pesar de luchar con el sueño, en ocasiones se levantaba a observar al niño. En medio de su sueño, el niño se observaba plácidamente dormido, veía cómo la niñera en determinadas ocasiones lo rodeaba con un rostro de ternura que a él mismo le aborrecía. Simultáneamente, la niñera observaba la escena, veía cómo el niño con gesto de desagrado, la miraba al sentir su ternura sobre él, un momento de plena revelación en la que la niñera en su sueño ininterrumpible sentía el placer de estar en un mundo de paz y tranquilidad.
Alejándose ambos de tan conmovedora pero repugnante situación se acercan a la sempiterna tiniebla, por caminos opuestos y sin enterarse de la asistencia del otro.
Daniela Navarro Buevas