Al flippear la clase, los estudiantes adquieren la información necesaria con anticipación para poder trabajar en el aula. O sea que cuando llegan al curso se colocan por grupos de forma que cada uno de ellos se centra en la parte que más les costó aprender. Cada grupo se mueve a su propio ritmo, los estudiantes se ven más comprometidos y estimulados con el aprendizaje y la docente tiene tiempo de trabajar con cada grupo para darles instrucciones individuales efectivas.
Este modelo trata de invertir el modelo tradicional, los alumnos y alumnas estudiarán por sí mismos los conceptos teóricos que el docente les facilite y el tiempo de clase será usado para prácticas y debates. La autora Esteve (2016), que cita:
“En cualquier oficio, si uno va trabajando y analizando lo que hace bien, lo que hace mal y va limpiando, irá mejorando. Si sólo trabaja y no hace balance de lo que ha hecho, seguirá siempre igual por muchos años que pasen. Pero esto no es distinto de otras profesiones”.
Así, el docente deja de lado la presentación de los contenidos ganando hasta cuatro veces más de tiempo y puede utilizar ese tiempo extra para individualizar la enseñanza, aumentando la motivación de los estudiantes. +
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