Esta lucha entre el deseo consciente de actuar correctamente
y el anhelo inconsciente de vencer a su abuela (madre) es lo
que nos provoca nuestra reacción de cariño frente a la muchacha y lo que la hace parecer un personaje tan extremadamente humano. De la misma manera que nosotros, cuando
éramos niños, nos encontrábamos prisioneros de ambivalencias internas que no podíamos dominar, a pesar de nuestros
esfuerzos, también Caperucita intenta traspasar el problema
a otra persona: a alguien de más edad, a un progenitor o a un
padre sustituto. No obstante, este intento de huir de una
situación amenazante lleva casi hasta la propia destrucción.
Psicoanálisis de los cuentos de hadas
BRUNO BETTELHEIM, 1976
Ilustración de Gustave Doré
21