CAPERUCITA ROJA
[…] «Caperucita Roja» expresa algunos problemas cruciales
que la niña en edad escolar debe resolver si las relaciones
edípicas persisten en el inconsciente, lo que puede hacer que
se enfrente arriesgadamente a la posibilidad de ser seducida.
[…] En su propia casa, Caperucita, protegida por sus padres,
es la muchacha sin problemas, que se encuentra en la pubertad y que puede salir fácilmente adelante. En casa de la
abuela, que está enferma, la misma muchacha se ve indefensa
e incapaz de evitar las consecuencias de su encuentro con el
lobo.
[…]
La casa de Caperucita no carece de nada, y ella, puesto que ha
pasado ya por la ansiedad oral, lo comparte gustosamente con
la abuela, llevándole comida. Para Caperucita, el mundo que
está más allá del hogar paterno no resulta un peligro amenazante a través del cual un niño no pueda abrirse paso. Fuera
de su casa hay un camino seguro, del que su madre le advierte que no debe apartarse.
[…] Caperucita (sale de casa) voluntariamente. No le asusta el
mundo externo pero reconoce lo atractivo que puede ser para
ella. Y en esto, precisamente, radica el peligro. Si el mundo
externo, más allá del hogar y de las tareas cotidianas, resulta
demasiado seductor, puede inducir a actuar de nuevo según
el principio del placer —lo cual, suponemos, ha evitado Caperucita gracias a lo que sus padres le han enseñado en favor
del principio de la realidad—, y así pueden presentarse
encuentros que lleven incluso a la destrucción.
Esta incertidumbre entre principio de la realidad y principio
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