MP 79 MALAS PALABRAS NRO 79 | Page 16

urante mi suplen- cia en una her- mosa y prospera provincia, cono- cí a un político, bastante joven, y en ascenso. Gra- cias a la crisis de adherentes, habían logrado un acuerdo de partidos ideológicamente algo dis- tantes, para competir en la elección de Gobernador y Vice. En la fonda donde caía- mos a cenar los solos, una noche se agregó el candi- dato. Su misión era silenciar algunas diferencias inter- nas, repartiendo cargos, porque no todos se felicita- ban por el papel de segun- dones acordado en la com- ponenda. Lo sentimos hablar de los argumentos y sus aspi- raciones. -Ser Vice – decía- pare - ce nada. Pero es la gran oportunidad de crecer y lle- gar a lo más. En efecto. Libre de las presiones que debe sopor- tar el Ejecutivo y de sus me- didas fácilmente criticables, el Vicegobernador puede tener dos o tres inter- venciones de efecto y pegar el salto al cora- zón de los vo- Por José María Barbano La margarita del candidato tantes. Para ejemplo, el caso de Perón. El 17 de octubre el pueblo no fue a buscar al Presidente, sino al Vice. Y citaba una lista impo - sible de recordar a menos que se use como machete la guía Filcar: Uriburu, Car- los P ellegrini, Figueroa Alcorta, y gente así, hasta llegar a Duhalde. Todos bus- cados por méritos – clama- ba – logrados desde su hu- milde puesto de Vices. Se podía pasar por alto que en una veintena de períodos nacionales el puesto quedó vacante. No así en esa Pro- vincia donde el Vicego - bernador tiene su preemi- nencia más allá de los interinatos. Pero tenía bajo la servi- lleta otros argumentos más contundentes. Según la ley de acefalía provincial, her- mana melliza del artículo 88° de la Constitución Na- cional, está pre - visto que en caso de ausen- cia de la Provincia, enferme- dad, muerte, renuncia, abandono del cargo, o des- titución del Gobernador, banda y bastón pasarán a mano del Vicegobernador hasta que haya cesado la causa… etc. En la historia del país, se cuentan al me- nos 7 u 8 casos de aplica- ción del principio. Nos dis- pensó de citar los de la Pro- vincia porque éramos foras- teros y los nombres no nos sonaban demasiado. Para más, las calles usaban nom- bre de números. Había que tenerlo en cuenta. El candidato a Go- bernador, gozaba de una salud «poco menos que hos- pitalaria», informaba. Era fácil que se lo exonerara por enfermedad física (se dice que no aguantaba cinco madrugones seguidos y dos días sin siesta), o síquica. No era necesario esperar la muerte. -Son todas situaciones que nos llevan a 16 aceptar esta alianza a favor del pueblo,- susurraba hu- mildemente. Quedaba otra opción no confesa. Siendo de partidos diversos era fácil tramar una revuelta en la legislatura y pedir la destitución del go- bernante, lisa y llanamen- te. Pareció insinuarlo cuan- do habló de Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio en Ecua- dor, y de los paraguayos Fernando Lugo y Federico Franco. Todavía le sobraban algunas hojas al almanaque para llegar a Dilma y Themer. Pero las cosas pa- recieron suficientemente claras. -Este hombre está desho- jando la margarita – comen- tó otro habitual comensal con quien compartíamos el vino. Solo le falta decidir la fecha… Pero la suerte del postu- lante no estaba en los pé- talos. Quizá estaba en el tallo, o en la raíz… Su fórmula no alcanzó a mover la aguja…