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«…El día 26 de mayo, el movi- miento obrero de Córdoba, por me- dio de los dos plenarios realizados, resuelve un paro general de activi- dades de 37 horas a partir de las 11 del 29 de mayo y con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de ambas CGT. Todo se prepara para el gran paro. La indignación es pública, no- toria y elocuente en todos los estra- tos de la población. No hay esponta- neidad. Ni improvisación. Ni grupos extraños a las resoluciones adopta- das. Los sindicatos organizan y los es- tudiantes también. Se fijan los luga- res de concentración, cómo se reali- zarán las marchas. La gran concen- tración se llevará adelante frente al local de la CGT en la calle Vélez Sarsfield 137. Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad en los días previos. Se suce- den las asambleas de los sindicatos y de los estudiantes que apoyan el paro y la protesta...», dice Agustín Tosco, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Luz y Fuerza de Cór- doba sobre el «Cordobazo». En pleno desarrollo de la autoproclamada «revolución argenti- na», la dictadura de Juan Carlos Onganía que usurpó el gobierno na- cional derrocando al presidente ra- dical, Arturo Illia, -contando con el apoyo del entonces cardenal Antonio Caggiano que firmó el libro oficial, síntesis de la resurrección de la temi- ble alianza de la espada y la cruz-; aquel momento de ebullición social fue prota- gonizado por obreros y estudiantes, una fenomenal señal de la historia que cum- ple medio siglo. «Exactamente a las 11 de la mañana, comenzó el paro general en Córdoba. Los trabajadores, al ir abandonando sus lu- gares de tarea, iban engrosando dos grue- sas columnas que se dirigían hacia el cen- tro. Una, procedente de la fábrica IKA, la otra, de Luz y Fuerza. En el camino, se le iban sumando estudiantes, empleados, mujeres. Al llegar, eran 40 mil personas, según los cálculos policiales. Se adueña- ron de la ciudad. Fueron dueños de lo que era de ellos. Los detalles son motivo de anécdotas, serán parte de la historia jun- to con los 14 días anteriores. Tal vez la base de nuevas jornadas. Fue necesario el III Cuerpo de Ejército, en pleno, para lograr recuperarle la ciudad al gobierno. No acabó todavía el tiroteo en Córdoba. Intensidad y conciencia por Ricardo Peidro. Secret ario General de la CTA Autónoma En esta Argentina de ajuste, en la que las patronales pretenden avanzar como nunca antes sobre nuestros de - rechos, cabe repasar todos los antecedentes y los sucesos de este hito histórico para nuestra clase. Desde 1966 la dictadura militar de Onganía sometía al país a un régimen de entrega. La cara visible a la opo - sición a la dictadura era el peronismo organizado en la resistencia, la CG T de los Argentinos, los estudiantes, las agrupaciones de izquierda y los curas organizados en la corriente de sacerdotes del tercer mundo. La traición de la CGT nacional, colaboracionista con la dictadura, llevó a los dirigentes provinciales a definir acciones en sus te - rritorios, prácticas combativas y autónomas frente a sus centrales. El 29 de mayo, el avance de las columnas obreras pro - vocó una reacción represiva por parte de las fuerzas policiales para evitar que llegaran al centro. En los enfrentamientos muere Máximo Mena, obrero mecánico de Smata, trabajador de la fábrica IKA. Para parar la insurrección popular, el gobernador soli- citó intervención del ejército y declaró el estado de sitio. Al ingresar las fuerzas represivas al barrio Clínicas, la ciu- dad estaba en manos del pueblo. «La gente aplaudía des - de las ventanas de las casas cada cosa que se hacía, na- die se oponía ni horrorizaba. La presión de la dictadura 18 ya había llegado al máximo», señalan crónicas de la épo - ca. Si bien los gremios coordinaron acciones, los trabaja- dores y trabajadoras desbordaron a las direcciones sindi- cales burocráticas. El Cordobazo no tuvo «padres», aun- que quedaron en la memoria colectiva figuras como Elpidio Torres de Smata, Agustín Tosco de Luz y Fuerza, René Salamanca de Smata y Atilio López de la UTA. También tuvieron un notable protagonismo muchas compañeras de la militancia y de los sindicatos partici- pantes, como documentan en el libro El Cordobazo de las mujeres. Fue una de las más altas expresiones del ascen- so del pueblo a la lucha en la década del ’70. La intensi- dad y conciencia alcanzadas eran tan altas que el poder debió recurrir a una represión sin precedentes en la his - toria, a través de los campos de concentración y extermi- nio. Una contratapa del periódico de la CG T de los Ar- gentinos tiene los nombres de compañeros muertos ese día y una frase que dice «…hasta que podamos recon- quistar la Libertad y la Justicia Social y le sea devuelto al pueblo el ejercicio del poder». Hoy, como entonces, los trabajadores seguimos pe - leando para concretar estos sueños. Con su impulso, no frenaremos hasta que la libertad y la justicia social sean establecidas como forma de vida.