REPORTAJE 29
UNA
COBERTURA
INJUSTA
Los problemas físicos son la
primera consecuencia de una
situación como la de Lucas de
Ulacia, pero no los únicos. Existen
otros que también hacen las cosas
más difíciles. Desafortunadamente,
una lesión medular, o cualquier otra
lesión grave que sufra un deportista
de élite, genera una situación
económica
muy
desfavorable.
Poder
recibir
un
tratamiento
adecuado, que en muchos casos
puede suponer la diferencia entre
recuperarse al menos lo mínimo
para tener unas condiciones de
vida aceptables o estar postrado en
una cama, es algo muy caro, fuera
del alcance de la mayoría de las
personas.
cada día más independiente y más autónomo.
Bicicleta manual, terapia de manos, fisioterapia,
estiramientos, pesas… la pelea es continua,
dejando únicamente dos horas a medio día para
poder descansar y recuperar fuerzas antes de
seguir.
Saber gestionar esta rutina no es nada fácil, ya
que muchas veces juega en contra en el plano
psicológico llevar casi ocho meses repitiendo día
tras día, semana tras semana. Es duro mantener
el rendimiento al máximo durante tanto tiempo y
en una situación así, pero no queda otra. Con el
objetivo de poder volver a andar, todo esfuerzo
es doblemente importante aunque no vaya
destinado en exclusiva a recuperar la movilidad
de las piernas. “Está claro que por hacer más
pesas no voy a volver a andar antes, pero si
estaré mejor en ese tiempo hasta que lo consiga.
Poder ir en mi silla sin que nadie me empuje o
poder comer sólo es muy positivo para mí”.
La parte negativa viene con esa lentitud a la hora
de ver los resultados de tanto esfuerzo. Cualquiera
que vaya a visitarle con dos o tres semanas de
diferencia entre visitas puede apreciar el avance,
pero vivirlo día a día hace que llegue un punto en
el que no valoras cuánto estás mejorando sobre
todo en un proceso tan lento como este. “Hay
veces en las que me desespero porque no veo
los resultados fácilmente, pero aun así hay que
seguir, la cuestión es no rendirse y no parar”.
Ahora llega otro punto de inflexión para Lucas,
ya que ahora ha recibido el alta del Hospital de
Paraplejicos, donde consideran que es mejor
que continúe con la rehabilitación en su casa,
desplazándose todos los días a un centro
especializado en el que seguir con su lucha.
Como él mismo reconoce, este cambio es una
fuente de nueva motivación para salir de la rutina
que en algunos momentos le ha llevado a una
saturación psicológica. Con este cambio, que
traerá más variedad en su día a día a la hora
del tratamiento, llega esa ayuda extra de estar
rodeado de su familia que en todo momento
ha estado a su lado desde el día de la caída y
que también ha luchado para darle a Lucas
las mejores condiciones y todas las facilidades
posibles en su rehabilitación.
En una carrera, la meta es ganar. En esta nueva
competición, el objetivo es el de conseguir la
mayor normalidad posible. Y si hay algo claro
para Lucas, es que sólo se llega a ese punto
con mucho esfuerzo y con superación constante,
mucha superación. La superación de un piloto.
Es en ese punto donde el seguro de
la licencia federativa debería estar
ayudando, pero lamentablemente
la situación es muy distinta. La
práctica del motociclismo es
arriesgada, no cabe duda, y todos
los pilotos asumen ese riesgo como
algo que está ahí. Sin embargo,
lo que resulta algo chocante es
que el seguro contratado por la
Real Federación Española de
Motociclismo es poco mayor que el
mínimo fijado por un Real Decreto,
aprobado en 1993.
Esa ley obliga a las federaciones,
independientemente del deporte
que sean, a que la cobertura sea de
12.000 euros en caso de invalidez
permanente. Lamentablemente, en
estos 26 años poco se ha hecho
para mejorar esas coberturas,
alegándose que es un deporte
con mucha siniestralidad. Esta
situación, que año tras año no ha
sido mejorada, deja prácticamente
desatendidos a los pilotos que,
como Lucas, se ven tristemente
envueltos en una situación de este
calibre.
Esa es precisamente la queja más
amarga por parte de la familia De
Ulacia, que lamenta profundamente
la poca ayuda que reciben los
pilotos en estas situaciones.
Lamentablemente,
con
18.000
euros no llega para cubrir ni una
pequeña parte de los gastos que
una invalidez genera, muestra de
que no se haya avanzado mucho en
las últimas décadas para mejorar
esa situación.