Morelos Violeta No. 3 Julio - agosto | Page 19

paradas en una frágil trajinera. No pude ver que más sucedía, solo que llegamos a un punto en el que alguien comenzó a gritar, ¡corran, corran!, quizá, el humo y el ruido producto de un artefacto explosivo, quizá el vuelo bajo de un helicóptero de seguridad pública de CDMX, varios drones volando por el cielo, quizá el ambiente que ya se sentía para ese momento algo tenso, quizá fue también el cumulo de emociones diversas, no sé, en ese momento todo fue algo confuso, lo único que Internacional Elisa Ahedo Después no tenía en mi cabeza nada más que todos esos rostros de cientos de mujeres, todas esas consignas, esas pancartas, esos gritos, toda esa furia y rabia que escupían las mujeres en forma Elisa Ahedo de diamantina morada y que parecía salirles de sus entrañas. Después de tener eso en mi cabeza, no podía conciliar el sueño, quería entender qué había pasado. Me sentía un poco confundida y contrariada, intenté reflexionar para entender empáticamente todo lo que había sucedido, qué había visto yo, qué era cierto y que no, qué estaba siendo manipulado por los medios de comunicación, qué estaba yo sintiendo en ese momento. Este fue un momento importante para mí, porque entendí que debía hacer una pausa para mirarme, para comprenderme, repensar y fortalecer mis prácticas feministas, para reconocer mi andar en el feminismo, y el de las otras, y el que ya han comenzado a andar las nuevas generaciones. Me fui poco a poco apaciguando, hasta que el cansancio vino a mi cuerpo, y sí, pensé, definitivamente esta es una “nueva ola” de mujeres feministas, son otras energías, pero también me queda claro que estas nuevas generaciones, las pasadas, las de en medio, etc., seguimos unidas por alcanzar los mismos anhelos, creo que independientemente de la “brecha generacional”, todas nosotras seguimos y seguiremos unidas, como dice Marcela Lagarde: por la vida y la libertad de las mujeres. Chilpancingo de los Bravo, Guerrero a 19 de agosto, 2019. pude lograr fue tomar de la mano a una compañera, y correr con ella sin soltarla… sí, para que negarlo, sentí miedo. Al final decidimos salirnos de la marcha, por mi estaba bien, aunque creo que si mi hubieran preguntado si quería continuar, no me hubiera negado, pues todavía sentía en mi cuerpo cierta dosis de adrenalina. ¿Qué me sucedió después de la marcha? 18