género; idealizado) aparentemente separados,
donde las mujeres son ubicadas en la subordinación
y a los ellos en la jerarquía, inevitablemente una
relación de poder y subordinación, la cual se ha
idealizado (ó sobredimensionado), con valores para
los hombres y mujeres de “verdad” (con sus
prejuicios implícitos de esta expresión). No se
cumplen estos roles rígidos, siempre generan la
posibilidad de recrearse las personas en escenarios
donde la gente se enuncia en su identidad y en sus
prácticas, independientemente de si la academia o
las políticas públicas proponen una nueva
masculinidad.
Por ello, subrayar la identidad como (la concepción
del sí mismo/a), la manera en que es apropiada a
través de la socialización (primaria), y en que el
machismo ó bien las diversas formas de apropiarse
de la masculinidad, atraviesa un núcleo básico del
desarrollo de todo ser, que por consecuencia, la
manera en que socializamos en todos los contextos
deviene justo de los aprendizajes y las interacciones.
En ese sentido la heterosexualidad forma parte de la
identidad de las personas, y aunque no es claro aún
(se tienen algunas suposiciones, no obstante, siguen
siendo no concluyentes) como la homosexualidad
entre otras identidades vinculadas a lo erótico, el
elemento identitario de la heterosexualidad forma
parte del ideal de la masculinidad dominante,
http://www.integracionsocial.gov.co
dominante, uno que aparece como parte del
discurso es la heterosexualidad, la cual se ha
convertido en una institución dominante, puesta en
el contexto de la procreación, dadora de placer,
reproductora de la sociedad, base de la familia,
reproductora de moral, valores, formas de vida, ideal
de la sociedad de occidente, justificación de las
instituciones sociales, una identidad obligada,
formadora de erotismo entre personas, proyecto de
vida, fundamento de ideales,
(mujer y varón)
principio bíblico, justificación de acciones en
muchos sentidos… una sumatoria de atributos que
permean lo jurídico, los “discursos normalizadores”
(Foucault M.), la moral, religión, e incluso la ciencia.
Por ello que analizar el cuerpo de la
heterosexualidad no sólo es un tema identitario, es
una estructura social que difícilmente se mueve.
donde el ser varón implica la heterosexualidad como
norma y quizás (para algunos/as) como obligación.
Por consecuencia las dimensiones de la
heterosexualidad y la masculinidad dominante
(también citada como hegemónica), se han
acompañado como tándem rígido. Sin embargo
parte de desmontar las creencias de la masculinidad
también apuntan a desarmar este binomio que
invariablemente aparece en los estudios de género
de los hombres y sus masculinidades, esto es, las
identidades (no sólo las sociales) relacionadas a las
prácticas eróticas han propuesto implícitamente la
heterosexualidad en los varones, poniendo en el
terreno de lo anómalo, y raro a las otras identidades
homoeroticas y homosexuales (mezclándolas),
entonces,
desarmar
implica
cuestionar
los
conceptos que justifican el machismo o lo
13