'Momentos: Tiempo' Momentos | Page 4

PÁGINA 4 | MOMENTOS | SORTEM Durante el primer mes y medio de su vida estuvo en una situación muy grave y Mariano no tuvo más remedio que enfrentarse a su miedo a perderlo. Lloró, se enfadó, rompió cosas, bebió, se dio por vencido, volvió a levantarse y completó varios ciclos como éste. Pero nada de ello cambió la situación de su hijo, ni la posibilidad real de que lo fuera a perder. Finalmente, su estado se volvió menos grave y tras varias operaciones lo mandaron a casa. Mariano creó una coraza interior para desterrar el miedo de su conciencia y esta estrategia le funcionó la mayoría de las veces. Pero cuando veía a algún familiar desgarrándose de dolor ante la pérdida de un ser querido, su propio dolor y miedo comenzaban a reclamar algo de su atención. Cada vez que esto sucedía se tensaba más y trataba de calmar a sus clientes. Si ellos se calmaban, él sentía menos. Nuestro trabajo consistió en ir aceptando que tarde o temprano Mariano iba a perder a un ser querido a lo largo de su vida. A considerar que la condición de su hijo, que había encontrado una manera de vivir con su enfermedad, podría empeorar el día menos pensado. Y de alguna manera, empezar a hacer las paces con esa realidad. Mariano aprendió a nutrir su vulnerabilidad y a utilizarla como herramienta para entender la de otros. Empezó a observar sus sentimientos y a darse cuenta que éstos no son tan diferentes de la lluvia o la oscuridad de la noche: vienen, se quedan un tiempo y tarde o temprano desaparecen. Me contaba la semana pasada que había hecho dos grandes descubrimientos durante nuestro trabajo juntos. El primero era que cuando afloraban sus sentimientos, por muy intensos que estos fueran, no tenía por qué actuar sobre ellos; simplemente observándolos acaban por desvanecerse. El segundo descubrimiento era que trabajando con la muerte los sentimientos de impotencia están siempre presentes. A uno siempre le hubiera gustado haber hecho más cosas, hacerlas mejor o lo que sea que pudiera mejorar la situación. Esto le ayudaba a calmarse cuando sentía que no había ayudado a alguna familia como hubiera querido. Mariano es un claro ejemplo de que el trabajo con la muerte siempre nos toca a nivel personal y que las barreras que erigimos para no sentir son las mismas que se interponen entre nosotros y nuestros clientes en el momento que más nos necesitan. Por ello, tomar la oportunidad y realizar el trabajo personal nos permite vivir una vida más plena y a su vez, ofrecer un mejor servicio a nuestros clientes. Como nos recuerda Rachel Remen, trabajar con la pérdida y la muerte a diario y esperar no sentirnos afectados por ello es tan poco realista como andar por el agua y esperar no mojarnos. Quizá es hora de que los que trabajamos con la muerte y la pérdida dejemos de mirar hacia fuera y comencemos a mirarnos hacia dentro. | www. sortem.es URTZI CRISTOBAL FORMADOR Y PSICÓLOGO ESPECIALISTA EN CUIDADOS PALIATIVOS Y DUELO